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El Consistorio de Bunyola no se ha librado de las quejas de los comerciantes y vecinos por las obras que se ejecutan en el centro del municipio. La ampliación de la plaza del Ajuntament y el adoquinado de toda esta zona que se realiza desde noviembre, ha obligado al cierre de la carretera que atraviesa el pueblo provocando el malestar de los propietarios de bares y comercios que allí se aglutinan.

Durante bastantes semanas, el pueblo ha quedado totalmente dividido en dos de tal forma que, por ejemplo, para llevar a los niños residentes en la zona de la estación al colegio en coche se debía dar la vuelta al pueblo por la carretera de Sóller. Un caos que ha supuesto un gran trastorno para muchos vecinos de la localidad y que hoy se prevé que termine con la apertura de la vía en dirección a Orient.

Y es que, a juicio de propietarios de bares y comerciantes, las obras están durando mucho. Así comentaban ayer en el bar Ca s'Espardenyer. «Hemos notado que viene menos gente porque no se puede llegar en coche hasta aquí. Van muy lentos y el Ajuntament no informa». Cati Socias, encargada del café París, también se manifestó en los mismos términos: «Si antes había problema de aparcamiento, ahora más». En el horno ubicado en la plaza, indicaron que «la gente no está contenta».