Las marcas de Yanko, creadas por el diseñador José Albadalejo, consiguieron cotizarse por su alta calidad.

TW
0

JOANA MELIS
La empresa familiar de José Albadalejo, creador de la marca Yanko, ha presentado una oferta para comprar las marcas y la fábrica de calzados y poder recuperar su comercialización. La oferta, según ha podido saber Ultima Hora, se ha presentado junto a las de otros cuatro empresarios, uno de ellos de Inca y otros tres de la península. La propuesta de la familia Albadalejo es de medio millón de euros y aunque por lo que parece, no es la más ventajosa económicamente, sí podría ofrecer garantías de continuidad de las marcas y que la producción, o por lo menos gran parte de ella, siguiera en Inca. La oferta ha sido presentada a los administradores concursales, y en breves fechas se creará una mesa de negociación en la que participarán, además de los administradores concursales, sindicatos, acreedores y Govern. Hay que recordar que el aval es de tres millones de euros y cuya garantía son las marcas. Las empresas que han presentado ofertas tendrán la oportunidad de explicar sus propuestas e intentar convencer a los implicados que la suya es la más ventajosa, no sólo por su montante económico sino también para que las marcas sigan siendo patrimonio del sector del calzado de Inca.

El alcalde de Inca, Pere Rotger, había anunciado en diferentes ocasiones que existían varios empresarios interesados en hacerse con el patrimonio de Yanko y se habían barajado nombres de empresas conocidas de Inca, que comercializan marcas de prestigio como Camper o Barrats. Sin embargo, a pesar de que estas empresas se interesaron en su día, no han hecho efectivas sus ofertas. La que sí lo ha hecho es la empresa Carmina Sumaker, de la familia Albadalejo. La otra empresa mallorquina que ha presentado oferta es la empresa Koyan, que también desde un principio ha mostrado su interés para adquirir las marcas y poder comercializarlas. Ahora, será la mesa negociadora la que deberá decidir el destino de todo el patrimonio empresarial que en su día adquirió el empresario Javier Camp, quien a pesar de que, cuando adquirió la fábrica ya le autorizaron una regulación de empleo, pasando de 400 a 130 trabajadores, no ha podido mantener a flote la emblemática fábrica, que en estos momentos cuenta con tan solo 25 trabajadores con un futuro incierto.