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Decepcionados. Así se sienten dos semanas después de la inauguración del paso a nivel soterrado de Crist Rei la mayoría de comerciantes de la zona. El bar Ponent, en la calle Pérez Galdós, estaba ayer al mediodía completamente desierto. «Hemos bautizado a esta calle como la calle colesterol, porque por aquí sólo pasa gente mayor que no gasta nada. Desde que abrieron el túnel, ingreso 600 euros menos cada semana», explica indignado Rafel Martorell, propietario del bar. En el resto de bares de la zona los ánimos están igual. «Quizás cuando cierren el antiguo paso esto se anima, pero por ahora la cosa pinta mal», dice el propietario de otro bar.

«Ha sido un año entero de pérdidas. He tenido que despedir a dos personas y ponerme las pilas con el servicio a domicilio e invirtiendo en publicidad para tirar el negocio adelante. Quizás la situación mejore a largo plazo, pero por ahora está igual o peor que cuando había obras», comenta Maria del Mar López, que regenta dos papelerías. La mayoría de comercios esperan que el cierre del paso a nivel provisional, a la altura de la calle Gabriel Buades y Felip II, sirva para dinamizar el tráfico. El Ajuntament, de momento, lo mantendrá abierto a la espera de que esté terminada la instalación del puente de hierro para peatones a la altura de la guardería Toninaina. Todo apunta que hasta después de Semana Santa continuará funcionando.

Ante estos nuevos problemas el área de Policía estudia cambios circulatorios que pasan por devolver al tráfico el tramo de la calle Balanguera que está frente a la iglesia de Crist Rei. «Estamos pensando en dejar que pasen coches por aquí para evitar que la gente que llega desde la zona de Lloseta tenga que dar una vuelta enorme para acceder a Pérez Galdós, que se ha convertido en una calle sin salida. Será una calle semipeatonal», anticipa el concejal Joan Deus, vecino del barrio.