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A.BASSA/J.M.SASTRE
Cala d'Or, una zona turística histórica en la zona sur de Mallorca, vive una de sus peores crisis turísticas. Las bajas tasas de ocupación de los hoteles afectan directamente a la oferta complementaria que, además, ve reducidos sus ingresos debido al «todo incluido». Al mediodía el panorama es desolador con mesas y sillas de bares y restaurantes perfectamente colocadas esperando la llegada de clientes. Por la noche el panorama no mejora.

El delegado del alcalde en la zona costera, Àlvaro Solana, informó que la temporada «está mal, hay poca gente». «El problema es que empezó pronto ya que después de la Semana Santa siempre hay un descenso que este año es más prolongado debido a que las fiestas de pascua fueron muy pronto», apunta Solana quien admitió que todos los sectores que viven del turismo en Cala d'Or «están muy nerviosos y es normal, esperemos que mejore».

La mala situación de Cala d'Or no viene de este año. Un ejemplo es el de Llorenç Reus quien el año pasado tenía cuatro souvenirs y este sólo ha podido abrir uno porque «no vale la pena». «Hace unos años los clientes eran de calidad, yo vendía whiskies de Malta, vinos de marca y licores caros y ahora las compras son de dos euros», explica y añade que la situación ha ido empeorando desde hace tres años.