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Muro pudo finalmente celebrar ayer la única jornada de la Fira de Tardor, que siempre precede al Dijous Bo, después de que el desapacible tiempo y la fuerte lluvia caída el fin de semana impidiera el viernes y el sábado la celebración de esta feria, que tiene en su mercado artesanal y en la recuperación del mercado medieval uno de sus mayores atractivos. Después de un año de parón, el mercado medieval volvió a reaparecer ayer con la asistencia de una treintena de expositores, cuyos propietarios se ataviaron con vestimentas de época para dar un mayor realismo a la jornada.

Desde primera hora de la mañana, un grupo de xeremies fue el encargado de animar las calles, aunque no fue hasta el mediodía cuando el centro de Muro se llenó de gente y las paradas de los mercados atrajeron la atención de los visitantes que pudieron adquirir productos como cestas, herramientas domésticas, muebles antiguos y licores como flor de almendro o hierbas dulces.

Aunque el sol animó a que muchos murers se decidieran a salir de sus casas, el fuerte viento impidió que se montaran los castillos hinchables para disgusto de los más pequeños. La Fira del Tardor de Muro es una de las más antiguas de la Isla, y siempre previa al Dijous Bo, solía ser la ocasión idónea para que los novios comprasen en la localidad las herramientas del campo y utensilios domésticos para emprender la nueva vida en pareja.