Antonia Dalmau estuvo imperturbable en su papel de la Beata, sin flaquear en ningún momento ante las gamberradas de los demonios. Foto: JOANA PÉREZ

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La virtud volvió a vencer ayer noche al mal en la que se conoce como la procesión más típica de Mallorca, la de la Beata Catalina Tomàs en Santa Margalida. Cientos de personas se desplazaron hasta la Vila bajo amenaza de tormentas, para presenciar un año más el desfile de carrozas (12 en esta ocasión) que representan distintos episodios de la vida de la Beata de Valldemosa a la que veneran los vileros desde tiempos ancestrales. La lucha entre los dimonis y los payeses, tratando de vencer la tentación y defender la virtud de Santa Catalina Tomás alcanza su momento álgido cuando el dimoni major, Joan Bauzà, rompe ante la impasible mirada de la beata, perfectamente interpretada por Antonia Dalmau Sastre, los tradicionales cántaros o gerres que representan a la virtud.

Durante toda la procesión se escuchan como manda la tradición les cobles de sor Tomasseta «Sor Tomaseta on sou, ja vos podeu amagar perque el dimoni vos cerca i dins un pou os vol tirar». La devoción de los vileros por Catalina Tomàs, beata de Valldemosa se remonta documentalmente al siglo XVI aunque la procesión conmemora la beatificación de la Santa en 1792. Se piensa que el origen de la veneración de los vileros hacia la beata nace de la relación que la santa mantenía con la familia Fortesa Taganament, pero independientemente del origen del acto, de lo que no cabe duda es de que esta es una de las procesiones más valoradas de la Isla.

«La procesión más típica de Mallorca», como se la conoce popularmente atrae hasta las calles de Santa Margalida, ya unas horas antes de que se inicie el desfile a cientos de personas que se agolpan a ambos lados de las principales avenidas. Por ellas circulan las carrozas que representan distintos episodios de la vida de la Santa y ya a pie la Beata Mayor, que este año interpretaba Antonia Dalmau Sastre. Intercaladas entre las carrozas circulan parejas de payeses que portan las tradicionales gerres que representan a la virtud.