La imagen fue colocada en la explanada del santuario antes de situarla en el interior. Foto: J.M.S.

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NEUS LÓPEZ/JOSEP MARIA SASTRE
Los llucmajorers llevaron ayer de vuelta a la Mare de Déu de Gràcia a su Santuario después de dos años de «exilio forzoso» debido a las obras realizadas durante este tiempo. Una vez asegurada la peña, bajo la que se encuentra el santuario, con una red metálica para evitar desprendimientos, se decidió que el mejor día para devolver la venerada imagen era la tradicional Pujada a Gràcia, que la ciudad de Llucmajor realiza cada año.

Alrededor de la 9 horas los feligreses se congregaron en la parroquia de San Miquel donde la imagen estaba en el altar. Después de unas palabras del rector Jaume Puigserver, algunas autoridades, entre ellos el alcalde de Llucmajor, Lluc Tomàs, sacaron a la Mare de Déu de Gràcia de la parroquia. En el exterior les esperaba la banda de música de Llucmajor que en honor a la Virgen hizo sonar el himno de la Mare de Déu de Gràcia, compuesto por Francisco Martínez Peiró en 1904. Acto seguido, las autoridades fueron relevadas por doce feligreses, que iniciaron la marcha por las calles de Llucmajor.

Para poder llevar mejor la imagen, se acoplaron a la peana de la figura dos maderas lo suficientemente largas para distribuir en cada lado seis personas facilitando así su transporte. Las calles por donde pasó la procesión estuvieron adornadas con macetas, telas de damasco en las ventanas y balcones, así como pétalos y flores que cubrían el asfalto. Un gran número de vecinos esperaba el paso de Nostra Senyora de Gracia y otros se iban añadiendo a la comitiva. Alrededor de la 9,30 horas llegaron al instituto de secundaria, donde numerosísimos llucmajorers esperaban para iniciar la Pujada a Gracia.