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El estruendo de centenares de motocicletas que ayer se dejó oír por todas las calles de Sant Joan no pasó inadvertido entre los vecinos de la localidad del Pla, acostumbrados a la tranquilidad. La llegada de más de 200 motoristas equipados con la típica indumentaria de cuero negro y los pañuelos anudados al más puro estilo americano anunciaron una jornada de fiesta en honor al patrón de los conductores, Sant Cristòfol, y donde no faltaron una gran paella motera y las tradicionales beneïdes. Cada año, el domingo más próximo a Sant Cristòfol, la Penya Motorista de Sant Joan organiza una celebración repleta de actividades que culminan con un circuito urbano en que el rector bendice a los vehículos y una misa en honor al santo. Este año coincide con el 47 aniversario de la Penya, uno de los clubes más antiguos de Mallorca.

Pasadas las doce del mediodía, los motoristas iniciaron la subida al santuario de Consolació, que se convirtió en una auténtica exposición de motocicletas. A lo largo de la calurosa jornada de ayer, llegaron a desfilar por Sant Joan el club de las motos Harley, las Motos Antiguas, las Damas Cromadas, Media Milla Sport Club, Conqueridors, Amics dels Mosquitos, Los Lobos, Moteros-95, Petits Pilots, Club Motocross Sant Joan, Moto Club Muro y Moto Club Foravila, entre otros. A pesar de que todos los participantes procedían de lugares diferentes de toda la Isla, ayer parecieron «una gran familia, unida por una afición común, las motocicletas», comentaba Josep Jaume, el presidente de la Penya. Después del viaje, tenían que reponer fuerzas para participar en las beneïdes de la tarde. Una gran paella fue el menú principal de los moteros. Después vinieron los juegos de trial y las cintas.