El cuervo protagoniza desde hace 20 años la Festa del Corb. Foto: L. P.

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Lleva más de dos décadas protagonizando la tradicional baixada del corb, sin embargo Rasputín sigue dudando antes de iniciar el descenso que anualmente le conduce, a través de una cuerda, desde el campanario hasta la plaza de la Iglesia.

Rasputín es, sin duda, el cuervo más querido y conocido en Mancor. Hace 21 años que protagoniza las fiestas de Sant Antoni de la localidad y fiel a su cita con la tradición, ayer volvió a lanzarse desde el campanario hasta la plaza de la Iglesia, donde entre gritos y aplausos le esperaban más de un centenar de mancorins y foráneos atraídos por su popularidad.

A las tres y media de la tarde, un centenar de personas se concentró frente a la iglesia para presenciar el descenso del cuervo desde lo más alto del campanario hasta una casita de paja que se había ubicado en la misma plaza y en donde esperaban al cuervo Sant Antoni y Sant Pau, representados por dos vecinos del pueblo.

Aunque, aparentemente temeroso, se resistió a iniciar el descenso, Rasputín realizó en menos de un minuto la distancia que separaba el campanario de la casa de los santos ermitaños. Una vez abajo les hizo entrega del trozo de pan que llevó en su boca durante todo el recorrido, bajo los aplausos y la atenta mirada de quienes presenciaron el descenso.

Iniciada en 1940, la baixada del corb es una de las celebraciones más arraigadas de Mancor. El descenso del animal desde el campanario a la plaza representa el pasaje bíblico en el que se relata cómo Sant Antoni y Sant Pau morían de hambre en medio del desierto cuando, milagrosamente, un cuervo los alimentó.

Es tradición que tras la llegada del cuervo a manos de Sant Antoni y Sant Pau ambos santos ermitaños presidan junto al rector de la localidad las beneïdes.