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El antiguo propietario del chalet de Can Dulce, en el Port de Sóller, ha expresado su deseo de que este edificio siga siendo utilizado por los sollerics residentes en el hospital. El inmueble fue cedido por Antoni Rullan Bauzà al Ajuntament de Sóller en julio de 1981 con la condición de que esta construcción y los terrenos de la misma propiedad «sean destinadas exclusivamente» al «esparcimiento y veraneo de las personas acogidas en la casa hospicio» dependiente del Consistorio.

Se da la circunstancia de que en el documento notarial fechado día 4 de julio de 1981, cuando se hizo efectiva la donación, se estableció una cláusula que decía que los bienes donados al Ajuntament «no podrán ser, durante un plazo mínimo de 20 años, vendidas, ni gravadas o hipotecadas, ni cambiado su destino actual». El plazo de veinte años concluye la próxima semana.

La posible construcción de una nueva residencia para ancianos por parte del Colegio de Huérfanos Ferroviarios en un solar municipal de sa Calatrava, a cambio de 60 plazas municipales, ha involucrado al chalet de Can Dulce. En las negociaciones no cerradas planteadas hasta ahora se ha propuesto que este edificio del Port pueda ser utilizado puntualmente por los familiares que visiten a sus parientes residentes en Sóller.

El ex propietario desea que se respete su voluntad de que el chalet de Can Dulce sea utilizado prioritariamente por los ancianos sollerics, como ha sucedido ocasionalmente durante los últimos años (meriendas y estancias de fin de semana) en función de la predisposición del personal del hospital. De forma ocasional, este edificio del Port también ha sido utilizado como residencia para traseúntes especiales, como fue en 1992 el caso de los refugiados bosnios.