Mañana y después de dos décadas en las que sa Pobla ha carecido de tren, éste regresa. Foto: MAR COMÍN.

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Hasta hace dos décadas utilizaban a menudo el tren. Biel Crespí lo hacía para ir a ver a sus familiares que tiene en Palma; Biel Comas, para acudir al servicio militar todas las semanas y Pep Comas para ir semanalmente a cortejar a una joven de Binissalem. Hoy, casi 20 años después de que la línea Palma-sa Pobla dejara de funcionar, y cuando falta tan sólo un día para la reinauguración de la línea, esperan de nuevo la llegada del ferrocarril. Mañana, el tren regresará a sa Pobla.

Los tres saben que el nuevo tren tendrá poco que ver con el de antes. Ahora no se diferenciarán clases o categorías en el pasaje y los vagones no serán de madera ni la locomotora se alimentará de carbón. «Llegabas a Palma negro debido a la carbonilla que desprendían los motores y que se colaba por la ventanillas», recuerda Biel Comas de sus experiencias ferroviarias. «Según de dónde venía el viento teníamos que bajar todas las ventanas. En invierno, no pasaba nada, pero en verano...».

El nuevo tren también será algo más rápido que el de hace años, que necesitaba cerca de dos horas para recorrer la distancia que une sa Pobla con Palma. «Casi que tardaba menos si iba a Ciutat en bicicleta», dice Biel Comas, que también recuerda cómo «en los tramos con pendiente, sobre todo el que hay a la altura de Marratxí, el viejo tren iba tan y tan lento que a veces la gente se bajaba, lo seguía un rato a pie y volvía, luego, a subirse». Por supuesto, ése no era el tren de los últimos años 70, sino el de unas décadas antes. «A finales de los 30 el tren iba lentísimo porque, debido a la guerra, el carbón del que se disponía no era bueno y se quemaba mal», recuerda Biel Crespí.

«Todo el pueblo está muy contento con el regreso del tren a sa Pobla», aseguran estos tres poblers. «Es un 10», añade uno de ellos. Biel Crespí, que tiene más de 80 años y ya no conduce, podrá ir de nuevo a Palma «sin depender de nadie». La mujer de Pep Comas, aquella joven de Binissalem que pudo cortejar gracias al tren, «podrá ir cuando quiera a su pueblo sin necesidades que la lleven en coche». «Además, el tren nos permitirá ir hasta el centro de Palma sin tener que preocuparnos, una vez allí, de aparcar», concluye.