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El Ajuntament está ultimando los preparativos para devolver a su lugar original y recuperar el entorno del cañón de Penya Rotja. El regidor de Patrimonio, Miquel Llompart, y el aparejador municipal, Daniel Piñeiro, visitaron ayer el lugar en el que se encuentra el cañón para estudiar «in situ» la mejor manera trabajar en la zona, de difícil acceso. Hace unos años, el famoso cañón, que pesa cerca de 700 kilos, fue desplazado siete metros de su lugar original por unos gamberros.

Ahora, desde el Ajuntament se espera que a principios de próximo año todo esté listo para devolver el cañón a su lugar que, para ello, tendrá que ser reformado. La reforma consistirá en empedrar de nuevo el suelo de manera que sea posible depositar en él la cureña de madera en donde reposará el cañón. Dicha cureña, que ya está acabada, es una reproducción de la que había en el lugar antiguamente.

El problema radica en que al peñasco donde se ubica el cañón sólo se puede subir a pie y el acceso es complicado. Por ello, «desde el Ajuntament tendremos que hacer una serie de gestiones para que la Conselleria de Medi Ambient nos ceda un helicóptero que posibilite subirla cureña y colocar el cañón encima», dijo Llompart.

Según el regidor de Patrimonio, «la consellera Rosselló se comprometió a dejarnos uno de sus helicópteros en cuanto finalizara la temporada de riesgo de incendios». No obstante, «antes de subir la cureña al peñón es necesario que se hayan hecho las obras de empedrado de manera que tenga estabilidad», manifestó Piñeiro. Según el técnico municipal, «además del empedrado, se levantará un parapeto. Todo ello se realizará tal y como demuestran los restos que estaba antiguamente».