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JOSEP M. SASTRE/J. MELIS La planta de tratamiento de aguas residuales de la zona costera de Canyamel (Capdepera) no cuenta con la potencia eléctrica suficiente para la correcta depuración de las aguas y está provocando diferentes problemas durante todo el verano. Los vecinos se han quejado en reiteradas ocasiones de los olores que desprende, especialmente por las noches.

Por otra parte, el agua es utilizada para el riego de una finca vecina a los que el mal funcionamiento de la depuradora les afecta directamente. El agricultor de la zona, que utiliza el agua de la depuradora para regar las tierras, ha manifestado que «los primeros afectados por el mal olor del agua somos nosotros y no tenemos la culpa de que la depuradora no funcione bien; es más si no regáramos, toda esta agua mal depuradora se vertiría al mar».

De hecho, el pasado día 13 de julio, el propietario de esta misma finca remitió una carta al Institut Balear de Sanejament (Ibasan) en la que expone que «desde mediados de 1999 he manifestado de forma reiterada mi preocupación por la pésima calidad del agua de la referida depuradora». En la misma misiva explica que «la situación se ha visto agravada de forma notable por la presencia creciente de materiales en suspensión: compresas, condones y demás porquerías». Además, el propietario expresa su preocupación por «las consecuencias de tipo sanitario que pueden derivarse de esta situación y también por los perjuicios que les esta produciendo».