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Maria Antònia Munar, presidenta del Consell Insular de Mallorca, tenía ayer por la mañana doble motivo para estar contenta. Primero, asistía a la demolición del hotel Monnàber, iniciativa que anteriores gobiernos habían predicado que harían sin conseguirlo y, más tarde, aprobaba la moratoria urbanística. Visiblemente satisfecha, Munar indicó que el «Consell se ha propuesto que el Monnàber sea el primer edificio obsoleto e impactante en derribarse, pero no el último».

La presidenta del Consell instó a los ayuntamientos de la Isla a promover expedientes de demolición de aquellos edificios que se han quedado a medio construir y que constituyen un atentado paisajístico. De hecho, el Consell de Mallorca estaría dispuesto a ayudar económicamente para que fuera viable. «Creo que es una buena inversión», agregó Munar.

Margalida Rosselló, consellera de Medi Ambient, por su parte, reivindicó parte del protagonismo de la demolición para el movimiento ecologista de la Isla. «La gente que durante 38 años ha luchado porque la Serra de Tramuntana fuese un espacio verde se merece un homenaje. El derribo es un hecho histórico atribuible a mucha gente y en una parte importante al movimiento ecologista», señaló la titular de Medi Ambient, quien añadió que la Conselleria colaborará con el Consell en la restauración de la zona si así se lo hace saber el organismo insular. Además de Munar y Rosselló, numerosos políticos quisieron presenciar la voladura.