Pollença revivió ayer paso a paso, tal y como viene siendo
tradicional, la centenaria procesión del Corpus precedida por las
danzas rituales de Les Àguiles.
Con sencillos y precisos movimientos, Cristina Colom y Francisca
Alzina seguían a un David Aixartell casi irreconocible detrás de la
máscara de Sant Joan Pelós. Tras su paso decidido quedaban horas de
nervios y ensayos.
El ritual de Les Àguiles, que precede la procesión del Corpus,
tiene su origen en el siglo XIV cuando el gremio de tejedores era
el patrocinador de la fiesta. Después de seis siglos de
supervivencia, estas danzas, sólo comparables a otras danzas
tradicionales como las de los cossiers o los cavallets, siguen
siendo hoy en Pollença un motivo de atención.
Al ensayo general del pasado viernes habían acudido cerca de
doscientas personas, nada comparado con el ritual de ayer.
La música acompañó el descenso de los tres jóvenes por las calles
de la localidad. Ellas, con las águilas de pasta de papel a su
cintura y sus mantos enjoyados, y él, con el rostro cubierto con la
máscara del santo, marcando el recorrido.
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