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La compra del Teatre Principal de Inca ha sido sólo el primer paso para recuperar todas unas instalaciones que, en su días de esplendor, permanecían abiertas al público.

Lo que se conoce hoy en día del Teatre Principal es sólo la sala de proyección de cine y el hall de la entrada y algunos, los que superan los 40 años, conocen también el anfiteatro más conocido como el «galliner». Es precisamente esta parte la que desde varios años está cerrada al público, ya que el aforo del actual teatro, de casi 800 personas, es suficiente para las sesiones cinematográficas que se proyectan.

Es en los laterales del anfiteatro donde se encuentran unas amplias salas que la Fundació Teatre Principal, actual dueña del edificio desde el pasado día 25 de febrero, quiere recuperar junto a un amplio proyecto integral de reforma de todas las dependencias. Estas salas, cerradas al público desde hace años, tienen la vocación de convertirse en una escuela de artes escénicas.

Además de recuperar estos espacios, la fundación tiene claro que para que este edificio sirva de motor para desarrollar espectáculos, será necesario emprender una urgente intervención en el escenario. Los viejos camerinos traseros, que un tiempo fueron utilizados por los artistas, han quedado inservibles por el paso del tiempo y también necesitan una importante rehabilitación.