Imagen de Na Burguesa, uno de los lugares más emblemáticos de la barriada. | F.F.

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Los palmesanos conocen especialmente Génova por su oferta gastronómica y de restaurantes, aunque también ofrece espacios como Na Burguesa, que pese a la falta de limpieza y los vertidos incontrolados que allí aparecen, plantea unas vistas únicas y panorámicas de la capital mallorquina, la bahía y buena parte de la Isla. O sus cuevas, que siguen siendo un reclamo turístico. Pero son varias las reivindicaciones que plantea un fuerte colectivo vecinal, representando principalmente por la Asociación de Vecinos Sa Rota, que reúne a unos 300 socios y sus familias. El colectivo Mitja Figa Mig Raïm es otro grupo formado por vecinos de mediana edad que organizan actividades en una zona en la que sus canteras y la llegada de peninsulares (murcianos especialmente) avivaron su vida social y dieron forma a su personalidad actual.

Además de liderar el movimiento asociativo, se encargan de publicar una revista y organizar las fiestas de verano (Sant Salvador), además de ser interlocutores con las instituciones, especialmente con el Ajuntament de Palma. Santi Menéndez es el vicepresidente y portavoz de la entidad que representa a Génova, una zona que tiene la plaza Sant Salvador y la iglesia parroquial su epicentro, además de albergar la Unidad Básica de Salud, siendo su PAC el de Sant Agustí y Son Espases el hospital de referencia para los vecinos.

Una de sus principales reivindicaciones pasan por disponer de un centro de día y un Casal de Barri que ayude a dinamizar la actividad de la asociación, contando en el barrio con un local para la tercera edad, que no es de titularidad pública, dentro de una zona que cuenta con los servicios e infraestructuras básicas, al margen de las peticiones antes citadas. El colegio público, el polideportivo Rudy Fernández -que comparten con San Agustín- e incluso un cementerio propio, que habla del carácter y orígenes de pueblo que les definen, son algunas de ellas. A nivel educativo, el proyecto de un instituto en el antiguo campo de fútbol de es Garroveral es algo de lo que llevan años hablando, sin obtener solución o respuesta.

A nivel de movilidad, lamentan desde la asociación de vecinos las «frecuencias pobres» de las líneas 46 y 47 de la EMT «especialmente los fines de semana y los festivos, cuando hay pocos autobuses», explica Menéndez, quien destaca especialmente el tema de la movilidad por el barrio y la falta o ausencia directamente de aceras en algunos de sus tramos o calles, especialmente la principal, en el paso del Camí dels Reis que parte en dos al barrio.

Por ello, plantean la posibilidad de contar con un carril o vial escolar, especialmente, para que los niños y niñas puedan acceder con seguridad al colegio. «Faltan aceras y resulta peligroso, pero las los más pequeños y los más mayores, especialmente los que padecen movilidad reducida», asegura Santi Menéndez. A ello se suma la intensidad del tráfico y el hecho de que no todos respetan las limitaciones de velocidad en el perímetro urbano, en cuyo acceso desde Palma 47 solicitan construir una rotonda para agilizar el acceso y la salida.

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Sin dejar de lado esas reclamaciones, se suma a ellas la derivada de otro hándicap. Y es que la falta de aparcamiento supone un problema para vecinos y, especialmente, visitantes. Pese a que los restaurantes habilitan espacios propios para descongestionar esa situación, los vecinos piden un aparcamiento público con el que aliviar más todavía ese dolor de cabeza.

Otro problema presente en Génova es el que se refiere a la red de pluviales y el agua que cae desde la parte alta del barrio y llega a la calle principal. Pese a los intentos para evitar esas cascadas, en los días de fuertes precipitaciones, sigue siendo parte del paisaje del barrio. Ahí entra en escena el trabajo de Emaya, que definen como «correcto», aunque vuelven a señalar a las aguas pluviales, destacando además algo significativo, como la instalación de papeleras lejos de las paradas del transporte público, por lo que restan eficiencia a su misión, más en un lugar en el que apenas se puede pasear o andar.

El perfil poblacional de Génova ha cambiado, incrementándose la población extranjera, aunque el carácter residencial y familiar de esa zona permite que se mantenga fuerte y sólido el sentimiento de pertenencia e identidad de sus vecinos, que lamentan, eso sí, la pérdida de servicios como las oficinas bancarias y el mal estado del parque infantil de la plaza, donde muchos animales defecan haciéndolo poco higiénico y recomendable para los vecinos más pequeños del barrio.

Dos puntos calientes a nivel de incidencias de incivismo son Na Burguesa y el cementerio. En este último, denuncian la presencia de jóvenes, principalmente los fines de semana, que hacen allí 'botellón', de la misma manera que en el emblemático mirador, donde además se amontonan la basura y los vertidos incontrolados e ilegales de los que nadie parece responsabilizarse.

Esos problemas de movilidad, derivados de la ausencia de aceras, el aparcamiento y los centros sociales (de día) y el Casal de Barri capitalizan las peticiones de los vecinos de Génova, otro de esos barrios de la Palma periférica que se siente alejado del núcleo y sus responsables políticos.