Imagen de la entrada a sa Indioteria por la carretera vieja de Bunyola. | F.F.

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Si algo define a sa Indioteria es la solidez de su tejido social. El sentimiento de barrio y pertenencia alcanza una dimensión especial en esta zona que marca los límites geográficos del municipio con Marratxí y en la que una serie de entidades permiten consolidar ese sentimiento de pertenencia que les hace especiales y diferentes. Dividida en áreas como sa Indioteria rural, la urbana y la parte antigua, la iglesia de Sant Josep del Terme -levantada con piedras procedentes de las murallas de Palma- data del año 1878 y es uno de sus símbolos, además de punto de encuentro de los vecinos, que no desaprovechan la oportunidad de echarse a la calle si toca hacerlo.

El origen del topónimo se aleja de unos orígenes de los terrenos ubicados en la zona rural ubicada entre Son Nebot y Son Sardina, donde se documenta población estable y agrupada desde finales del siglo XVIII e inicios del XIX. La actividad agraria era la que marcaba la pauta, dejando en un segundo término a la ganadera, por lo que se busca explicación para sa Indioteria en el hecho de que fuera una zona de paso o descanso rumbo a la capital de los criadores de pavos o bien fuera directamente por la existencia de fincas y particulares que criaran ese ave tan codiciada y que forma parte del mobiliario urbano.

Imagen de la escultura de un 'Indiot' ubicada en la entrada de la barriada. Foto: F.F.

Así nos lo recuerdan las esculturas con forma de 'Indiot' ubicadas a la entrada del barrio o en el acceso a la parte rural, cerca del conocido bar Ca s'Andritxol. Igual que la Cursa de s'Indiot de ciclismo, que se disputa el último domingo previo a Navidad y que recuerda la figura de un personaje emblemático como Tomeu Verd de la mano del Club Ciclista sa Indioteria -que da nombre a un parque-, que junto al Club Bàsquet sa Indioteria, el Recreativo La Victoria de fútbol, el club de petanca o el histórico Club d'Esplai Jovent, que lleva casi medio siglo acompañando y enseñando a generaciones de jóvenes de la barriada, son otras entidades y que agitan la vida social, cultural y deportiva de ese rincón de Ciutat.

Pedro Navarro, presidente de la Asociación de Vecinos de sa Indioteria. Foto: F.F.

La Asociación de Vecinos de sa Indioteria, que preside desde hace dos años Pedro Navarro -con cinco mujeres como mayoría en su junta directiva-, es un motor de la vida del barrio. Con 127 socios en la actualidad, ofrece actividades didácticas y deportivas (corte y confección, zumba, pilates, taekwondo, yoga, tonificación...) en el Casal de Barri, un hervidero que da cobijo también a la Unidad Básica de Salud, siendo su PAC el de Son Cladera, además de tener un convenio para usar el del Pont d'Inca.

Exteriores del Colegio Público de sa Indioteria. Foto: F.F.
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Conectados con el vecino polígono de Son Castelló, a su vera creció el barrio durante la segunda mitad del siglo XX. Y con él, infraestructuras como los colegios, caso del público que lleva el nombre de la barriada, o el de Nuestra Señora de la Consolación, frente a la iglesia. Además, anexo al pabellón Toni Pizà, se encuentra la sede de la Universidad Española de Educación a Distancia (UNED), frente al parque Bartomeu Verd.

«Es una barriada enorme, porque el polígono ya está encima, al igual que Marratxí y llega hasta el puente de Son Oliva y la carretera de Sóller por la zona rural», explica Pedro Navarro, responsable del colectivo vecinal, que destaca «la buena sintonía con el actual Ajuntament de Palma, por ahora, claro». De ese último espacio, la zona rural, asegura que han llegado en los últimos tiempos numerosos vecinos que se han unido a la asociación. «Piden especialmente contenedores, espejos frente a las salidas de las calles, limpiar las cunetas, rotular los nombres... y también está sobre la mesa la seguridad del paso a nivel cerca de la carretera de Sóller, pero para eso hay que hablar con la gente del Ferrocarril», explica Navarro, quien deja clara la situación y la realidad de una barriada «que es como un pueblo, porque estamos un poco aislados para algunas cosas».

Parc Bartomeu Verd, con sus pistas de petanca. Foto: F.F.

Agradece que Cort haya solventado la problemática en la línea 11 de la EMT, que recuperó el servicio los fines de semana y festivos. «Les pedimos un bus y se arregló», recuerda, a la vez que destaca la conectividad del barrio a través de otras líneas como la 10 o la 34. Aunque también apunta que en esa zona hay quejas «por la velocidad de algunos vehículos, que no tienen en cuenta que vive gente y se creen que no es una vía urbana», añade el presidente del colectivo vecinal, que a su vez reconoce la labor de Emaya a la hora de mejorar la limpieza del barrio, aunque a nivel de infraestructuras únicamente reclama a las instituciones «que culminen el asfaltado del barrio, que sabemos que es un proceso que se halla en curso y es una reivindicación histórica», al igual que la reforma de la Plaça sa Indioteria, que está previsto que se culmine antes de 2026.

Última parada de la línea 11 de la EMT, en sa Indioteria rural. Foto: F.F.

Otro punto que satisface las peticiones vecinales es la seguridad, agradeciendo la labor del Policía de Barrio, mientras que en cuanto a las instalaciones deportivas, aseguran que el Club Bàsquet sa Indioteria ha de pagar sus horas de entrenamiento en el pabellón Toni Pizà, reclamando una bajada de precios para poder hacer más asumible ese gasto que otras entidades no sufren ni han de afrontar. Más, cuando el baloncesto ha sido una seña de sa Indioteria durante década de la mano del desaparecido Jovent.

«Estamos vigilantes», advierte Pedro Navarro, presidente de la Asociación de Vecinos de sa Indioteria, que tras años de promesas sin cumplir por parte del anterior equipo de Gobierno, espera que la legislatura en curso permita saldar varias de esas deudas atrasadas del Ajuntament de Palma con una barriada que define buena parte de la esencia de esos espacios de la periferia de Ciutat.