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El barrio más populoso de Palma era en 1800 una finca agrícola. Desde entonces, muchos acontecimientos y personas han pasado por Pere Garau, que sigue en plena transformación. Cristina Llorente, codirectora de Arquitectives y presidenta de Palma XXI, y Magdalena González, gestora cultural, maestra y presidenta de Forum Musicae, han recogido la memoria popular del barrio para convertirlo en un libro que se presentará el próximo 1 de febrero a las 18.30 horas en el CEIP Son Canals. Los secretos de esta barriada pasan por su ya desaparecido tejido industrial, su peso cultural, el tejido comercial y una bulliciosa vida vecinal que ha ido reflejando las diferentes mareas migratorias de la ciudad. Los vecinos más antiguos del barrio han ido desgranando sus recuerdos, que junto a una investigación documental han dado forma a esta biografía urbana.

Llorente y González advierten que el origen de Pere Garau surge de la unión de la finca agrícola de Son Coc y EL el barrio de La Paloma, que coge el nombre de una fábrica de anís, gracias al Pla Calvet, que data de 1901 y derriba las murallas del Casc Antic, por lo que Ciutat inicia su expansión. «El tejido industrial que se instala alrededor de Pere Garau se ha posible por el establecimiento de familias recién llegadas a esta zona, generalmente de clases populares».

El rafal de Son Coc es el germen de esta urbanización que se inició en 1910 y cogió el nombre del ingeniero de caminos, canales y puertos que diseñó el tranvía de Sóller, así como los puertos de Palma y Sóller, entre otras obras.

En 1915 se establecieron los abuelos maternos de Margalida Bordoy, que compraron un solar e la calle Beatriu de Pinós: allí se construyó la primera casa del barrio. L’amo en Miquel, abuelo de Margalida, trabajaba en la fábrica eléctrica de Can Pere Antoni, hasta que fue contratado como chófer de una señora bien de Ciutat. La familia de Margalida abrió Can Pons, que contaba con tienda y una fábrica de algodón. En 1927 las calles de la barriada aún estaban sin asfaltar.

La segunda casa que se construyó fue Cals Esteve, y poco a poco iban llegando más familias que sacaban sillas a la calle, «y chafardeaban sobre los últimos acontecimientos del raval». Y entonces apareció la clínica Valdés, un edificio obra de Gaspar Bennazar. Margalida Bordoy aún recuerda los refugios antiaéreos del barrio uno de ellos bajo la plaza Francesc García i Orell, más conocida en aquel momento como Plaça Rodona. La gran casa Can Boira, que fue una fábrica de rajoles, se convirtió luego en el Hotel Nou Baleares.

El pasado fabril ha marcado el trazado de Pere Garau. La fábrica Ponsa Hermanos S.A. Ses Sedes, que abrió en 1909 y cerró en 1978, alcanzando los quinientos trabajadores. A día de hoy, el gran solar de la antigua fábrica acoge la Escuela Oficial de Idiomas. La fábrica de sifones Miret, La Victoria Balear (de pastas), las de anisados y licores de Juan Suau, Calzados de señora Martorell y Hnos., se sumaban a fábricas de ropa militar, otra de cintas, una fábrica de perlas o dos carbonerías. Aún sigue vigente Helados Paco, que abrió en 1949, o botes Mora, creada por Tony Mora en 1918. En 1937 se construyó la plaza Francesc García Orell, más conocida como la Plaza de las Columnas, diseñada por Guillem Forteza Piña.

Entre los monumentos del barrio se encuentra el Bar Mónaco, cuyo origen se remonta a finales del siglo XIX, cuando «una señora francesa abrió un cabaret en la actual calle Nuredduna». Bautizado ya entonces como El Mónaco, «se hizo famoso por los bailes que celebraba cada fin de semana». En 1929 cogió el negocio Miquel Bosch, que lo volvió a abrir como café y barbería. En el libro se desgrana todo un recital de parroquianos que han mantenido hasta hoy vivo este negocio que ahora lleva Aina Noguera. El bar Güell, que marcó el inicio de la ruta d’es Güell a Lluc a Peu desde 1972, y que hoy ya es una tradición arraigada.

Durante un tiempo, Pere Garau fue el barrio con más cines de Palma: Fantasio, Hispania, Metropol, Versalles y el multicines Chaplin, que abrió en 1978 y se hizo famoso por sus 12 horas de terror. Otros locales míticos eran la Sala Trébol, el bar Roger’s, Can Gaillard, y, sobre todo, el mercado de Pere Garau, en el que a día de hoy gira la vida del barrio.

Proyectado en 1934 por el arquitecto Guillem Forteza, se inauguró en 1943. «Inicialmente, el espacio que hoy ocupa se debía utilizar como garaje de coches funerarios, pero gracias a la presión vecinal, la idea no prosperó», advierte el libro.

A nivel arquitectónico destacan Ses Cent Cases, «un pequeño barrio dentro del barrio. Se trata de dos isletas y media de edificios idénticos en planta baja y piso que esconden una historia de esfuerzo, voluntad y paciencia de las 102 familias de viviendas ‘humildes pero de calidad’», señala esta biografía urbana. La cooperativa La Redención del Hogar impulsó este enclave obrero en 1924.

Entre los vecinos ilustres se encuentra el cantante de ópera Francesc Mateu i Nicolau, conocido como Francesc Uetam, el cartógrafo Josep Mascaró Pasarius... Tanto Llorente como González advierten que «se han llevado a cabo entrevistas a la población de más edad que ha ido habitando y construyendo el barrio día a día». A partir de los recuerdos se ha creado un antídoto contra el olvido de Pere Garau.