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Si la magdalena de Proust fuera un bocata, sería de caballa, estaría untado de aceite de oliva y llevaría una guindilla entre los dos pedazos de pan. Y, posiblemente, habría salido de Meriendas Bestard, en El Terreno, cerca de la plaza Gomila, y que, ayer, echó el cierre. Jaume Martínez Bestard cumple 65 años y se jubila. Y este último viernes del año pasó la jornada preparando bocadillos. Lleva así desde 1978, cuando tomó el relevo a su tío Pepe, o Pep.

Meriendas Bestard abrió en 1961 en la calle que ahora se llama Robert Graves y entonces Teniente Mulet. Pepe Bestard había pasado una temporada en Francia e, igual por eso, en el cartel de la entrada escribió «on parle français» (quizá de ahí viene que una bocata tengo el efecto de la magdalena de Proust) para aumentar su clientela.

El Terreno era entonces un lugar multicultural y cargado de historia. Y la calle en la que abrió Meriendas Bestard, un hervidero de gente a todas horas. Y con comercios de todo tipo: hasta hubo una carbonería y un lugar donde sólo se vendía hielo. El tiempo fue pasando y de aquella época sólo queda Meriendas Bestard.

El local que ayer echó el cierre por todo lo alto, y más tarde del horario habitual, fue siempre de dimensiones pequeñas, de interior, y sólo tuvo terraza cuando estas se autorizaron en la época del COVID. Lo importante, y eso lo recordaba ayer Jaume, era la clientela, principalmente (pero no solo) originaria del barrio.

Casc Antic

Otros comercios de Palma terminan también su ciclo estos días coincidiendo con el cambio de año. En el Casc Antic muchos caen ante el cambio de costumbres, de clientela y los altos alquileres.
«Es lo típico: no se vende mucho porque la nuestra no es una calle muy principal. Llegan los turistas que pasean y se pierden, pero no terminan de comprar», advierte Sandra Tarragó, de Mamaplata, local ubicado en la calle Carnisseria, en las inmediaciones de Santa Eulàlia, que echa la barrera tras tener abierto un año y medio.

Esta joyera artesana advierte que «en las calles más transitadas los alquileres son imposibles». La empresaria, que ha protagonizado exposiciones en Formentera y Barcelona y ha llegado a diseñar piezas para embarazadas, ahora se centrará en los mercados artesanales. «Ahora estoy en el mercado de La Rambla, frente a la plaza de Santa Magdalena».

En la misma calle también ha cerrado sus puertas Sa Botiga d’en Xesc, centrada en producto alimentario local. La cuenta de Instagram de Bodegas Morey lanzó la señal de alarma y allí Xesc contestó lo siguiente: «Ciutat per a qui l’habita, no per a qui la visita! Gracias por confiar en mí y ser fiel al negocio local. Hasta siempre».