Cadenas hoteleras de la Platja de Palma expulsan a clientes alemanes borrachos. | Archivo

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Bajan del avión y van directos al Arenal y antes hacen una parada de avituallamiento alcohólico en los supermercados o mini markets de la zona. Para dormir, pasan del hotel y deciden hacerlo en la playa. El turista alemán está optando está temporada por viajes de apenas 24, 48 o como mucho 72 horas para emborracharse a bajo precio y volver a casa. Los residentes y empresarios se muestran espantados ante esta nueva variedad de viaje etílico al Arenal.

Los precios, desde luego, son de lo más competitivos. Un viaje exprés de Stuttgart a Palma desde el próximo lunes 19 de junio hasta el miércoles 21 cuesta apenas 92 euros. Si el alemán decide ‘darse un lujo', dos noches de hotel para esos días en un hostal del Arenal suponen 115 euros. «Vienen un día, los sueltan por la mañana y duermen en la playa. Primero desapareció la media pensión en los hoteles de s'Arenal, ya no pedían el alojamiento más desayuno. Reclamaban hotel y ahora, ni eso», denuncia Alain Carbonell, vicepresidente de la Associació de Veïns de s'Arenal.

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A esto se suma la compra de drogas para aguantar la fiesta. Carbonell es contundente: «S'Arenal se ha magalufizado. Y esta temporada es más fuerte porque es aún más larga, desde marzo hasta octubre, aunque los viajes sean muy cortos. Lo que es normal porque hay vuelos low cost desde todas las ciudades alemanas. Sale más barato un vuelo desde Hamburgo a Palma que ir al Port de Pollença».

Ante semejante tesitura, dice Carbonell, «los hoteles se lanzan a las ofertas de último minuto para que se llenen». Desde la asociación advierten que «los clientes de ahora son muy jóvenes, de entre 18 y 20 años, que vienen solo a emborracharse». Los turistas alemanes y holandeses que aterrizan en s'Arenal van a gastar lo mínimo y a beber lo máximo y para surtirse de alcohol y comida «van en masa a los supermercados o a los mini markets. No tienen dinero y los restaurantes de la zona apenas sobreviven. La oferta complementaria no ve ni un euro de todo este turismo».

Carbonell asegura que «esto es insostenible. Al ser considerada una zona de exceso, todavía hay cierta vigilancia y el problema se desplaza a Cala Rajada, donde hacen aún más el cafre. Allí han montado un Arenal». Los vecinos esperan con temor la inminente llegada de los viajes de fin de curso de los alemanes.