Niños refrescándose en una fuente de Palma. | Jaume Morey

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El verano de Palma se ha alargado un mes y medio. Al final, la ciudad cuenta con 50 días añadidos en los que se han superado los 25 grados. La media nacional es de 40 días. Así lo confirma Josep Roca, catedrático emérito de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Barcelona, que ha elaborado un estudio sobre las olas de calor en España junto a Blanca Arellano. Ambos han analizado los datos de 21 estaciones meteorológicas de todo el país desde 1970 y confirman que el cambio climático ya está instalado entre nosotros. La semana pasada se presentó este estudio en el congreso anual de Copernicus, el programa de Observación de la Tierra de la Comisión Europea.

«La Unión Europea, a través de Copernicus, advierte que los días de más de 25 grados se consideran verano. En el caso de Palma, estudiando los datos desde 1971 hasta 2022, se ha incrementado en más de 50 días, sumados a los 90 estacionales. Ahora tenemos cuatro meses y medio de verano», advierte Roca. En total, Palma ya cuenta con 171 días de verano, es decir, casi la mitad del año, mientras que en 1971 se habían contabilizado 84 días veraniegos. Palma es la quinta ciudad española donde más días de estío se están contabilizando.

Otro asunto son las noches tropicales, donde el termómetro no baja de los 20 grados. «Aquí Palma vuelve a estar por encima de la media y se coloca décima en el ránking. En 2022 se contaron 62 noches tropicales mientras que a principios de la década de los 70 no se había contabilizado ninguna», advierte el catedrático emérito. En cuanto a las noches tórridas (más de 25ºC), si hace medio siglo no se detectó ninguna en la ciudad, en el periodo de 2013 a 2022 se contaron nueve y solo una el año pasado.

«En Palma no se ha estudiado el efecto de las noches tropicales en la salud pero sí en Barcelona y tiene una alta relación con el incremento de la mortalidad. En Ciutat, al igual que sucede en Barcelona, durante el día las temperaturas máximas no superan los 33 grados por el efecto suavizante de la brisa marina, el embat, pero la noche no refresca. Ese es el problema, advierte Roca.

En cuanto a las olas de calor, con una duración de tres días con cinco grados por encima de lo habitual, el año pasado se contabilizaron ocho mientras que en la década de los 70 no hubo ninguna.
Pero estas temperaturas son exteriores y Roca advierte que «si un hogar está bien acondicionado, pueden subir 3 grados en el interior, y mucho más si las casas están mal aisladas». El confort térmico se vuelve una cuestión de clase.

Para solucionar el progresivo calentamiento de la ciudad, Roca afirma que la única solución es incrementar los espacios verdes en la ciudad, ya que bajan hasta 3 grados la temperatura de la zona. Y menciona el caso de Los Ángeles, donde «se pinta el asfalto de blanco para que refresque la ciudad». El agua y las zonas verdes suavizan las temperaturas. En los parques, según Roca, un tobogán metálico de un parque infantil puede alcanzar los 80 grados centígrados en pleno verano.