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Ayer a las diez de la mañana ya se escuchaban gritos de terror desde Son Fusteret. Medio centenar de colegios de la zona y centros educativos para alumnos con necesidades especiales habían desembarcado en la Fira del Ram, en una jornada especial en la que los feriantes invitaban a fullarse de clase, con el visto bueno de padres y profesores, a los alumnos: niños, adolescentes pero también adultos.

Cambiar el interior de un aula un lunes por la mañana por subirse en la Rana o el Superratón es el sueño de cualquier alumno. El jolgorio y la excitación eran más propias de un viernes noche. Los chavales corrían de un lado a otro, hacían cola, la juerga escolar era proporciones épicas. No hay mejor motivo para fullarse de clase.

Bajo un sol de justicia propio del inicio de la primavera, la comitiva municipal (no faltó ni un partido) procedía a visitar la feria de manera oficial. Fuera de los micrófonos algunos regidores confesaban que ha habían pasado por las atracciones en noches anteriores. No había luces de neón, pero sí música chorreando decibelios y muchos gritos de los estudiantes. Los feriantes les habían invitado a una mañana de atracciones y después, un donut y zumo: azúcar en vena para seguir con la fiesta a plena luz del día. Se han visto jornadas más sosegadas en Magaluf.

Ha pasado un mes desde la apertura de la Fira del Ram pero ayer se celebró la inauguración oficial, con corte de cinta incluida. El alcalde de Palma, José Hila, se animó a subirse a una atracción espoleado por un periodista de La Ser, aunque quedó descartado el Rocket: una colosal columna de 60 metros de altura que hace girar a los pobres tripulantes de unos cohetes ligados por unos cables. Se comenta que esta forma de masoquismo extremo forma parte del entrenamiento de astronautas de la Agencia Espacial Europea. José Clavijo, presidente de los feriantes, se mostraba exultante.

Tras Hila se sumaron el resto de regidores, alguno de los cuáles ya había dicho «yo no me monto». Angélica Pastor se excusó por motivos de salud y se quedó en tierra mientras el resto del Consistorio alzaba el vuelo. Pero ojo, no era el Rocket.