La fiebre constructora se apodera de El Terreno. | M. À. Cañellas

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Grúas, ruido y obras. El barrio de El Terreno es un hervidero. La fiebre constructora ha llegado en los últimos meses al barrio con más carácter de la capital palmesana. Y los vecinos lo miran con suspicacia. No es para menos. Tras años de abandono, los cambios se miran con recelo, mientras recuerdan al Ajuntament de Palma que la barriada está cansada de promesas incumplidas y proyectos faraónicos que no llegan a buen puerto.

«La situación del barrio de El Terreno es de abandono general. El mantenimiento brilla por su ausencia. No sé si es igual en otras zonas de Palma, pero aquí es palpable. Hace falta más limpieza, que se revise la pavimentación de la barriada, más control de la velocidad y que la policía local actúe ante los desfases del ocio nocturno. Durante la pandemia respiramos tranquilos, pero hace meses que hemos vuelto a las andadas», apunta Teresa Alonso, presidenta de la Associació de Veïnats El Terreno-Bellver.

Antes de la construcción del Paseo Marítimo en 1958 y del Dique del Oeste, este barrio lindaba con los baños de s'Aigo Dolça, donde las aguas eran cristalinas, y desde su origen en el siglo XIX y la primera mitad del veinte fue uno de los lugares predilectos de veraneo de la burguesía media-alta de Palma. Residencia de artistas y literatos de renombre internacional, comenzó su declive en la década de los 70, cuando se cerraron muchos bares y discotecas muy reconocidos.

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Las típicas calles estrechas y empinadas de la barriada de El Terreno.

A esto hay que sumarle que la fiebre constructora hizo desaparecer los baños de s'Aigo Dolça y muchos de los accesos que daban al mar. La barriada perdió su función de lugar de veraneo para pasar a ser residencial y de un ocio nocturno muy diferente y nada glamuroso al que estaba acostumbrada la zona.

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El barrio ha quedado dividida en tres zonas: la primera en la fachada marítima, con edificios plurifamiliares de gran altura, y una zona de ocio nocturno con locales en buen estado; la segunda área se sitúa en torno a Joan Miró-Plaza Gomila, los edificios son plurifamiliares y alguno unifamiliar, si bien presenta una grave problemática de degradación, con muchos locales cerrados, discotecas y after hours, que han generado una problemática de ruido a los vecinos; mientras que la tercera zona abarca la parte alta del barrio y combina los edificios modernistas con fincas de pisos o chalets adosados.

La asociación de vecinos hace hincapié en la necesidad de mejorar la accesibilidad, ya que El Terreno es una de las barriadas de Palma más envejecidas y con mayor número de hogares unipersonales, al tiempo que recuerdan que hace unos años el Consistorio presentó a bombo y platillo un plan de rehabilitación de la zona que ha quedado en agua de borrajas. «De tanta presentación lo único que hemos visto es una gran lona azul que cuelga desde hace años de un edificio municipal que se cae a pedazos. Mejoras ninguna», lamenta Teresa Alonso.

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La lona de 'rehabilitación integral' que cuelga desde hace años de un edificio municipal.

Para muestra de la dejadez en el barrio, un botón: los vecinos denuncian que el techo del casal de barri tiene agujeros; lamentan la falta de mantenimiento de la Plaza Remigia Caubet y que Cort haga caso omiso a las peticiones de la entidad vecinal de que coloquen árboles en este espacio porque «en verano es un secarral sin sombra y nadie puede parar un minuto». Sin olvidar la situación de los Jardines de la Cuarentena, con parte del espacio cerrado y sus fuentes sin arreglar desde hace meses.

Además, Teresa Alonso, al frente de la asociación de vecinos, hace hincapié en la necesidad de reformular la Plaza Mediterráneo, ahora un aparcamiento de coches, en el que no hay aceras y multitud de cubos de basura para los restaurantes de la zona que dejan un olor tremendo, sobre todo durante el verano.

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Teresa Alonso, presidenta de la Associació de Veïnats El Terreno-Bellver.

«El Terreno ha cambiado a peor, porque los problemas se han agudizado con los años. Es así de fácil. Y si nadie hace nada, las cosas que están mal se cronifican», incide Alonso, al tiempo que muestra sus dudas sobre la fiebre constructora que vive la barriada. «No sé si cambiará la vida en El Terreno con tanta obra. Que mejore la barriada me parece bien, si quieren convertirlo en una zona solo para turistas, aquí estaremos para evitarlo», finaliza la activista vecinal.