La playa de s'Arenal presenta un aspecto propio del principio del verano. | Pere Bergas

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Con temperaturas que superaban los 20 grados, el cielo despejado y un mar azul turquesa, miles de personas, locales y turistas, aprovecharon la mañana del sábado para disfrutar de las playas de la bahía de Palma, donde el continuo tráfico de personas revelaba la fuerza de este inicio de temporada turística.

Desde las 10 horas podía observarse mucha gente paseando en la orilla del Arenal. «¡Qué fría está el agua!», exclamaba una niña al introducir los pies en el agua, a pesar de ser los pequeños quienes mostraban más ilusión por darse el primer chapuzón del año. Gran parte de las tumbonas del extenso arenal estaba ocupada por turistas: «Hace una semana que empezamos con el alquiler y está yendo muy bien», contaba Gilbert Tapia, trabajador de Mar de Mallorca, empresa que también gestiona los chiringuitos de cada balneario.

Tranquilidad

A pesar del numeroso público, el ambiente de la costa palmesana estaba muy tranquilo al mediodía. La mayoría tomaba el sol, lejos del agua, otros jugaban a las cartas, las palas o al voleibol y algún altavoz sonaba de forma discreta. «Veo a mucho turista y vienen con bastante respeto», decía la vecina de Sa Torre Pilar Reigadas, acompañada por su familia.

Frente al Megapark, destacaba Manolo, alias ‘Number 1’, afamado animador de la zona que, con su guitarra española y sombrero de mariachi, les cantaba schlager hits a un grupo de jóvenes alemanes. «Aquí me conoce todo quisqui, vengo entre abril y septiembre desde hace 20 años. ¡A los alemanes les encanta el Arenal!», decía Manolo, alegre por volver a tener un público tan cuantioso y entregado, antes de continuar con su ruta bajo el sol abrasador.

Son muchos los que se ganan la vida en la playa, como los vendedores ambulantes o los masajistas, presentes a lo largo de toda la bahía. Otro colectivo que comenzó a trabajar el pasado sábado es el de los socorristas. «Tendremos el equipo completo para el 1 de mayo. Ahora somos 11 socorristas y ofrecemos un servicio reactivo, mínimo. Cubrimos las playas de Cala Major y s’Arenal; hoy empezaremos con Ca’n Pere Antoni, y en breve Ciudad Jardín. Se nota el cambio postpandemia, diría que hay más gente que en 2019», contó Nico Cortés, coordinador del equipo de socorristas de Emergències Setmil.

«La zona de Ses Fontanelles es tranquila. Vienen las familias que se hospedan en los hoteles a tomar el sol y poco más», comentó el joven vecino de la zona Jorge Espinosa, de 16 años, que hacía piruetas impulsado por una boya enterrada en la arena.

En la playa de Can Pastilla no había tantas personas, aunque las terrazas de los numerosos restaurantes de la primera línea estaban repletas de clientes y, en el agua, muchos practicaban windsurf o paddle surf. «Abrimos el viernes, siete de abril. La diferencia con otras temporadas es que la gente reserva las actividades con muy poca antelación, o en el mismo día. Nos da muchos problemas», explicaba Teresa Águeda, trabajadora de Bona Ona Surf School, empresa dedicada a las clases y el alquiler de material de deportes acuáticos.

Entre despegue y despegue, Es Carnatge era un remanso de paz para quienes querían recorrer la costa a trote o en bicicleta, o para aquellos que deseaban refrescar a sus mascotas. En Ciudad Jardín, el Molinar y es Portitxol muchos continuaban su paseo y se detenían para comer o tomar algo en los bares y restaurantes. Más adelante, a las 15 horas, la playa de Can Pere Antoni estaba tan ocupada como la de s’Arenal. «Hay demasiada gente», suspiraba un agotado vendedor ambulante, cargado de pareos de playa y gafas de sol.