La regidora Sonia Vivas y la educadora social Aida Tristán. | Pere Bota

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El Ajuntament de Palma ha ampliado las plazas del Servicio de Acogida Municipal de las Víctimas de Violencia de Género (SAMVVG). La semana pasada se estaban acabando de amueblar los dos viviendas que se suman a los cuatro pisos con los que ya contaba la Regiduría de Justícia Social, Feminisme i LGTBI para acoger a las víctimas que ha tenido que abandonar a su agresor. El inicio de una nueva vida es posible gracias a estas 26 plazas para las víctimas, siete más gracias a estos nuevos pisos. «Cuando una mujer tiene que dejar su casa para huir de su agresor, es derivada a un casal en caso de ser una salida de urgencia», reveló la regidora Sonia Vivas.

En esas ocasiones, la mujer, muchas veces con hijos, es acogida en este casal (que cuenta con 30 plazas) o en un hostal donde hay 23 plazas y que colabora con el Ajuntament desde el inicio de la pandemia dado el repunte de casos de violencia de género. A éstas se suman las 26 plazas de los pisos de acogida. En total, 79 plazas, frente a las 49 que había en 2019. Vivas recuerda que el presupuesto del SAMVVM al inicio de legislatura era de 585.141 euros al año, que para finales de éste se habrá incrementado a 1.125.337 euros gracias a un nuevo contrato que amplía los servicios.

Ubicación secreta

Cuando ya han pasado un tiempo en acogida y son atendidas por psicólogos y trabajadoras sociales, estas mujeres son derivadas a los pisos municipales, cuya ubicación se oculta para que no las encuentren sus agresores. «Con el confinamiento, los casos de maltrato se desbordaron. Por ese motivo cogimos un hostal: venían más mujeres y ninguna se podía quedar fuera», dijo Vivas. La vía de escape de las víctimas puede ser la Policía Local, la Policía Nacional o los centros de salud. Allí avisan a los servicios del SAMVVG para que sean acogidas. «A veces se realizan estas derivaciones de urgencia en plena madrugada y les damos sitio en una de nuestras habitaciones», reveló Vivas. El objetivo es tener un refugio en cualquier momento.

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La situación de estas mujeres es tan precaria que se van con lo puesto para huir del agresor, que controla los ingresos y las ha aislado de familias y amigos.

Estos dos nuevos pisos, ubicados en un lugar que no se publicita, cuentan con siete plazas que ya han sido amuebladas y están a la espera de recibir a las primeras residentes, que iniciarán una nueva vida lejos de la violencia en el hogar. Tanto Vivas como Tristán señalaron que «las víctimas muchas veces se van de su casa con lo puesto. A veces tienen que regresar con la patrulla de policía y recoger fotos, recuerdos, algo de ropa para los niños». Y Tristán recordó que «las víctimas también sufren violencia económica. Sin ingresos, no tienen dónde ir».