Fotografía histórica de la fachada de la Casa del Poble. Hoy en su lugar solo queda un solar vacío. | Joan Martorell

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En un momento en que el acceso a la vivienda se ha convertido en uno de los principales problemas de la ciudadanía ha cobrado relevancia el pronunciamiento de un grupo de vecinos de la barriada de Arxiduc de Palma en contra de un proyecto urbanístico en el solar que hace casi cien años ocupó la Casa del Poble, en la calle Reina María Cristina, que incluye apartamentos de alquiler y una piscina de 60 metros cuadrados por parte de la promotora Beachhaus Invest. Las autoridades tienen en su tejado la protección de este terreno que acogió una institución histórica y con historia.

La Casa del Poble de Palma está asociada de forma inexorable al nombre del banquero y empresario Juan March. La Gran Enciclopèdia de Mallorca la caracteriza como una institución social, cultural y recreativa de las organizaciones obreras de la capital balear, inaugurada oficialmente en 1924. En 1936, tras el golpe de estado, fue ocupada por la Falange. Posteriormente fue centro de formación de la organización sindical y en 1975 fue derribada. Esos son los hitos principales de su historia, pero en ella se intrinca un trasfondo denso y complejo.

Para empezar, su concepto inicial muestra la viveza de pensamiento de March, quien puso fin a un problema que venía de atrás dando amparo a organizaciones antagonistas de su propia postura política. Ya en 1906 la Federación Socialista de Palma había pedido permiso a Cort para la creación de un hogar para las sociedades de resistencia, permiso que fue denegado. Otros intentos de sufragar la construcción no cuajaron, y en 1918 el financiero mallorquín se ofreció a las sociedades obreras de la Isla como mecenas para el proyecto. Cuando el ayuntamiento se negó a ceder solar alguno, March alquiló el antiguo café Sport para instalar una provisional Casa del Poble. La semilla ya estaba puesta.

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Muchos autores coinciden en considerar que, con ello, March quería ganarse cierta simpatía de la clase obrera en un convulso momento a nivel político, no demasiados años antes de que los votos en las urnas le hicieran diputado por Baleares en el Congreso de la época republicana. A buen seguro su apoyo a la Casa del Poble funcionó como un buen acicate de esa popularidad transversal que acompañó a uno de los personajes más trascendentes de Mallorca en el siglo XX.

Regresando a la Casa del Poble, una de sus fechas fundacionales es 1919, cuando se creó la Federación de Sociedades Obreras de la Casa del Poble y se adquirió un solar de 1.371 metros cuadrados en la calle Reina Maria Cristina. Costó 2.000 pesetas y meses después se puso la primera piedra. Fue proyectada por Guillem Forteza y Pinya, con un coste de medio millón de pesetas, y estaba formado por un patronato, una escuela, una cooperativa, una biblioteca y un teatro, todo ello capaz de albergar a 4.000 personas.

PALMA - UN LIBRO COORDINADO POR DAVID GINARD ANALIZA EL SIGNIFICADO DE LA CASA DEL PUEBLO.
Antigua imagen de un concierto de la Coral de la Casa del Poble. Foto: R.L.

Las doce sociedades obreras de resistencia, con más de mil afiliados y cinco organizaciones que hicieron de la Casa del Poble su casa fueron la Agrupación Socialista, la Cooperativa de Consumo Obrera, la Base múltiple de Socorros Mutuos, la sociedad artística Salud y Cultura y el grupo pro-Obrero Balear. Su primer presidente fue Llorenç Bisbal Barceló, con Vicenç Tomàs como secretario, y en sus instalaciones se ofrecían clases de caligrafía, cálculo, se asesoraba laboralmente y se llevaban a cabo reuniones de toda índole, incluso congresos de la Unión General de Trabajadores (UGT) y del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

La Revolución de octubre de 1934 llevó a su clausura, y en la reapertura fue víctima de un atentado en junio de 1936. Una bomba explotó e hirió a seis personas, probablemente con el fin de agitar el panorama social y justificar una reacción violenta al legítimo gobierno republicano. En las semanas siguientes, tras el golpe de estado, fue ocupada sin resistencia por la Falange, y allí estableció su sede hasta 1940. Entonces se instaló el centro sindical de formación profesional Virgen de Lucas, que se mantuvo hasta 1974, cuando las deficiencias estructurales obligaron a su cierre. Un año después se derribaba uno de los edificios donde se inscribió la historia de Mallorca en el trágico primer tercio del siglo pasado. No obstante, en esa decisión hay quien ve la voluntad de que las organizaciones obreras de la Isla jamás recuperaran su hogar social, aquel que los fascistas les arrebataron por la fuerza.