Imagen de la calle hacia finales del siglo XIX o principios XX. | BIBLIOTECA LLUÍS ALEMANY’

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El 13 de diciembre se cumplen 30 años desde que la calle Oms se convirtió en peatonal. Esta arteria comercial, una de las más antiguas de Palma, ha sido testigo de la transformación de la ciudad. De epicentro de talleres de artesanos, a una de las vías comerciales más destacadas de la ciudad, que hoy cuenta con «cinco heladerías y cuatro centros de arreglo de uñas», explica Mateo Martorell, propietario del histórico Can Vinagre.

El tranvía y los coches aparcados son una imagen histórica que aún queda en el recuerdo de los más veteranos y que ha querido recordar la Associació de Comerciants Carrer dels Oms. Por este motivo se publica el libro El carrer dels Oms: de tallers de manufactura a comerciants (Edicions Documenta Balear).

Esta reconversión urbana no estuvo exenta de polémica, como recuerda el historiador Xavier Terrasa. «Fue un proyecto impulsado por el alcalde Ramon Aguiló pero que se llevó a cabo ya con el nuevo alcalde, Joan Fageda», dijo el autor del libro, que recordó que los comerciantes votaron a favor de esta reconversión.

Pero antes de ser una arteria comercial, la calle Oms cuenta con un abultado pasado. «Ya existía en el siglo XI, cuando se amplía Madina Mayurqa, la Palma árabe. Esta calle era la periferia, una arteria que comunicaba la Palma Alta con la Palma Baja», señaló Terrasa.

Se hallaba junto a la muralla construida en la época musulmana y después, junto a la muralla renacentista, y al ser el extrarradio, estaba rodeada de huertos. «En el siglo XIX se empiezan a establecer un gran número de talleres de artesanos, la mayoría de ellos zapateros», explica Terrasa. Es el germen de la calle Oms tal y como la conocemos hoy.

A su alrededor también se produce una gran transformación. El convento de Santa Margalida se convierte en el Hospital Militar en el siglo XIX y posteriormente se transformó para acoger la actual residencia de ancianos. Justo a su lado estaba la antigua plaza de Toros, ahora la conocida plaza Patines.

Industrial

«Fue un barrio industrial en el que estaban instaladas empresas emblemáticas como Chocolates Roselló [que ahora acoge la farmacia], o Marmolería Rosselló, que se mudó al polígono», señaló. Precisamente al número 2 de esta misma calle se mudó la redacción de Ultima Hora, que luego pasó a su ubicación actual, en el Passeig Mallorca.

Aún siguen Colchonería Verd, desde 1934, o Can Vinagre, desde 1929. «Mi padre cogió el bar ese año y yo me hice cargo del negocio en 1973», explica Mateo Martorell, memoria viva de esta calle, que recuerda «cuándo pasaba el tranvía». «En cuanto se peatonalizó la calle subieron las ventas. Y si hubo alguien que estaba en contra, luego ya no quisieron dar marcha atrás. Venían clientes de la Part Forana, sobre todo el fin de semana», cuenta. Ahora Can Vinagre, o el bar España, es epicentro de las fiestas de las cofradías de Sant Sebastià.

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Xavier Terrasa, autor del libro y Mateo Martorell, propietario de Can Vinagre. Foto: J. Morey

Aún siguen comercios veteranos como Fotos Ruano, Relojería Suiza, Bohigas, Óptica Lux o la droguería Olmos, entre otros. Y atrás quedan Can Brutes, y su recordado pica-pica, Calzados Versalles, la juguetería Babelín (y su mono saltarín), la lechería Lactel, el bar Novedades, Llibres Fiol o el recién desaparecido Marcos José. «Con este libro hemos decidido hacer memoria de la calle, para que la gente no olvide», dijo Terrasa.