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Andrés Verdi era arquitecto técnico y con el revés de la burbuja inmobiliaria hace unos años se reinventó profesionalmente y lo que era su hobby se convirtió en su nuevo modo de vida. Andrés, actualmente, es artesano miniaturista y uno de los que hasta el día después de Reyes estará en el mercadillo navideño instalado en La Rambla. Sus bonsáis con hilo de cobre son trabajados con la técnica del retorcido de alambre. «Juego con bases de piedras, vidrios, porcelana, cuarzo y cerámica». Al igual que otros artesanos, suele frecuentar los mercados de s'Hort del Rei, Passeig de Sagrera, Peguera y sa Coma, durante el año.

Cercana a su puesto se encuentra otra artesana, pero de cobre esmaltado a fuego. Es Carolina Copquin, que lleva cinco años pasando las navidades en La Rambla ofreciendo sus colgantes, pendientes, anillos, pastilleros, agujas, etc. Particularmente, Carolina considera «que esta ubicación, en la que estamos todos los artesanos juntos, es mejor para nosotros y los clientes».

La lluvia, lo peor

Anete Perera es la primera Navidad que pasará en La Rambla. «Antes, estuve en Plaça Major y Vía Roma», comenta mientras trabaja sus cuadros de estilo naif. «Soy hija de artesanos y desde los 20 años llevo haciendo este tipo de dibujo». Cuando le preguntamos sobre qué es lo más duro del mercadillo navideño, no duda. «Los días de frío y lluvia, pues, como cubana, lo noto desde que estoy en la Isla», confiesa.

Uno de los más veteranos del lugar en mercadillos artesanos y tradicionales es Joan Sunyer. Trabaja el vidrio desde hace 15 años. Anteriormente, era soldador, trabajó en una herrería y en una calderería. Al igual que sus compañeros, abre el puesto a las 10 de la mañana y suele cerrarlo a las 21.00 horas, excepto las vísperas y días festivos, cuando se cierra más tarde. Todos coinciden en que los días más concurridos y de mejor venta, «no para tirar cohetes, pero sí para ir viviendo», son los previos al día de Navidad y Reyes Magos. Joan es un habitual del mercado de Santanyí donde, además, tiene su taller.

Tras haber pasado Navidades en los puestos de la Plaça Major y Plaça d'Espanya, confirma que «en La Rambla hay algo más de venta e, incluso, clientes que ya saben dónde encontrarnos a todos los artesanos. Hemos podido fidelizar la clientela». Su vidrio reciclado acapara la atención de quienes buscan algo diferente. Expone desde bandejas de vidrio reciclado de botellas de licores o de agua a botellas de sifón reconvertidas en lámparas.

Elma Torterolo hace 40 años que dibuja, tiene dos cartas de artesana: decoradora de objetos y de bisutería. Natural de Argentina, llegó a Mallorca hace 30 años, donde se colocó en un despacho de arquitectos, pero con la caída del ladrillo se dedicó a la bisutería y a pintar.