La ministra de Sanidad, Mónica García comparece en la Comisión Mixta | chema Moya

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La ministra de Sanidad, Mónica García, dará cuenta este martes en el Consejo de Ministros de sus planes para aumentar paulatinamente los cribados neonatales para la detección de enfermedades congénitas en recién nacidos, de forma que se alcancen las 18 antes de que acabe este año y las 23 en el primer trimestre de 2025.

La intención de Sanidad es así «homogeneizar» la realización de estas pruebas en todo el territorio, pues hay comunidades que se limitan a hacer las mínimas que cubre la cartera común de servicios y otras que triplican esa cifra.

Se trata, de esta forma, de garantizar «el derecho al acceso a la protección de la salud de todos y todas en cualquier lugar de nuestro país». «Queremos que la cartera básica sea unánime y que todos los niños y padres tengan la certeza de que van a poder diagnosticar precozmente una serie de enfermedades que tienen solución antes de que se vayan desarrollando», indicó García.

Actualmente, las comunidades tienen la obligación de ofertar siete cribados - hipotiroidismo congénito, fenilcetonuria, fibrosis quística, deficiencia de acil-coenzima A-deshidrogenasa de cadena media (MCADD), deficiencia de 3-hidroxi-acil-coenzima A-deshidrogenasa de cadena larga (LCHADD), acidemia glutárica tipo I (GA-I) y anemia falciforme-.

En 2021, el Consejo Interterritorial avaló la incorporación de otros cuatro -déficit de biotinidasa, enfermedad de la orina con olor a jarabe de arce, homocistinuria e hiperplasia suprarrenal congénita-.

Aunque su introducción en la cartera común de servicios estaba pendiente de una actualización de una orden ministerial, desde 2021 las comunidades que no hacían estos cribados fueron incorporándolos, de manera que a día de hoy todas hacen un mínimo de 11, como es el caso de Asturias.

Pero en otras como Murcia, las enfermedades detectadas con estas pruebas ascienden a 44, o Galicia, que quiere extender las 34 que realiza a día de hoy a 37.

La conocida como prueba del talón permite el diagnóstico de enfermedades metabólicas poco comunes y en su mayor parte de origen genético que, si se dejaran a su evolución natural, comprometerían la vida y el desarrollo intelectual de las personas al tratarse de dolencias que suponen una carga económica muy importante.

Más de la mitad de las enfermedades neuromusculares (ENM) aparecen en la niñez, por lo que los expertos instan a aumentar los programas de cribados neonatales para poder realizar un abordaje precoz de la patología que mejore su curso y la calidad de vida de pacientes y familiares.