Las protestas del campo español han puesto el foco en los productos que llegan desde fuera de la UE. | Efe - Antonio Garcí­a

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La mano de obra barata es el factor determinante de la competitividad de los productos agrícolas que Marruecos exporta a Europa, cuyos agricultores protestan desde hace semanas por la que consideran una competencia desleal, de la que los profesionales marroquíes se defienden alegando que ellos también están reduciendo márgenes.

Como sus colegas europeos, el sector agrario marroquí -que contribuye con un 14 % al PIB nacional- se queja de que afrontan la subida del coste del transporte y de los insumos importados, así como las restricciones al agua de riego por la grave sequía. En España, vecino del norte de Marruecos, la indignación del campo se ha traducido en agricultores que atacaron camiones marroquíes con tomates destinados al mercado comunitario.

Los españoles denuncian que el producto marroquí no está sometido a las mismas condiciones que el español. Sobre estos incidentes, el secretario regional del sindicato marroquí Unión General de los Profesionales del Transporte, Charki Hachemi, dijo a EFE que su organización ha informado formalmente de estos hechos a los ministerios de Agricultura y de Exteriores marroquíes y está esperando respuesta.

«Nosotros también organizamos protestas en nuestro país, pero nunca atacamos a otros transportistas», denunció. Consultado por EFE, un profesional agrícola europeo que trabaja en el país magrebí subrayó que la mayor ventaja de Marruecos frente a España es el coste de la mano de obra, ya que se pagan entre 10 y 20 euros por día trabajado, lo que supone, dijo, casi cinco veces menos que el jornal español.

Según datos de la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex), entre enero y septiembre de 2023 la UE importó frutas y verduras frescas de Marruecos por 1.833 millones de euros, lo que convierte al país magrebí en el principal proveedor extracomunitario en términos económicos, seguido de Sudáfrica y Perú. «No queremos romper el mercado a nuestros vecinos» Los profesionales marroquíes son unánimes en señalar que, pese al coste ventajoso de la mano de obra, soportan otros gastos que minimizan sus beneficios, como el aumento del coste del transporte y de los insumos agrícolas, en su mayoría importados de España.

El presidente de la Federación Interprofesional Marroquí de Producción y Exportación de Frutas y Hortalizas (FIFEL), Lahoucine Aderdour, subrayó que los productores del país afrontan también la subida de los precios de los fertilizantes y las semillas en el mercado internacional: «Si no importamos las semillas de tomate, no podemos producir», lamentó. En el mismo sentido, Abdeslam Charki, presidente de la Federación Interprofesional Marroquí de Frutos Rojos -productos destinados en su mayoría a la exportación-, aseguró que los productores locales afrontan altos costes de transporte y se ven obligados a importar muchos productos.

«En 2023, hemos importado 200 millones de plantas, el 95 % proceden de España. Además, el plástico que usamos (en invernaderos), los fitosanitarios y casi todo lo que entra en la cadena de producción procede de España», dijo, añadiendo que el 54 % de los que operan en el sector son empresas españolas instaladas en el país magrebí. Charki salió también al paso de las críticas a las prácticas agrarias en el país y argumentó que el sector de frutos rojos redujo en un 40 % el uso de pesticidas entre 2016 y 2021 (fijados en 1,6 kilos por hectárea) y aseguró que no se notificó ningún aviso contra los productos de su sector en el sistema de la alertas comunitario RASFF.

Según las estadísticas de la RASFF consultadas por EFE, de las 792 alertas emitidas por países europeos contra frutas y verduras importadas de terceros países, solo 14 fueron de productos provenientes de Marruecos. De esas 14, 9 se calificaron como graves, un número que aumenta a 565 cuando se cuentan todas las alertas de esa importancia notificadas a lo largo del año de productos provenientes de países extracomunitarios. «Acusarnos de competencia desleal no es justo, no queremos romper el mercado a nuestros vecinos», explicó para defender el papel socioeconómico del sector de frutos rojos que, según él, garantiza 20 millones de jornadas de trabajo al año y donde las mujeres representan el 80 % de los trabajadores.