Cris Trenas fotografiada por Rocío Aguirre.

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Al teclear Cris Trenas en Google apenas salen algunas pinceladas sobre su trayectoria profesional como productora audiovisual, y la inmensa mayoría son por haber dirigido, junto a Santos Bacana y Rogelio González, Esta Ambición Desmedida, nominada en los Goya 2024 a Mejor documental. Este éxito, que narra las adversidades con las que Anton Álvarez (C. Tangana) y su equipo tuvieron que lidiar durante la presentación del álbum El madrileño, esconde una faceta más desconocida de una de los cerebros intelectuales de Little Spain, la empresa de la que todos los mencionados son socios y que completa María Rubio.

Además de ser la primera mujer nominada a Mejor dirección de Fotografía en los Goya de 2014 por New York Shadows, Trenas dirigió la producción del videoclip Tusa, triunfo musical de Karol G y Nicki Minaj que en YouTube acumula más visitas que habitantes tiene China. Su currículum «esquizofrénico», como suele definir, la llevó a pasar por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a ser agente inmobiliaria en Panamá, banquera en Quito y gerente en Berlín. Sus años californianos la curtieron en la producción audiovisual a ritmo de reguetón y rap hasta acabar produciendo casi todos los hits de Pucho. Incluso ha participado de la cosmovisión tanganiana disfrazándose de monja en la gira Sin Cantar Ni Afinar Tour.

Vuelves a una gala de los Goya diez años después, ¿cómo lo afrontas esta vez?
Es muy diferente porque Esta ambición desmedida es un proyecto totalmente distinto, lo siento muy mío: le he dedicado mucho tiempo, mi salud, mi vida. Lo he hecho con mi propia productora, Little Spain, y lo he dirigido con mis amigos y socios de trabajo. Todo esto es lo que hace que se sienta distinto, también con más madurez. La primera vez, además, fue por una película muy pequeñita, en la que fui nominada como directora de foto, que es algo en lo que luego no me he desarrollado profesionalmente.

¿Cómo acaba una graduada en periodismo y economía convirtiéndose en parte de la creación de un fenómeno cultural de masas como El Madrileño?
Mi mayor pasión desde pequeña siempre ha sido el cine, la comunicación, generar contenidos. Es verdad que he dado muchos bandazos en mi vida y que mi trayectoria ha sido anárquica. Soy de la opinión de que cuando sales del instituto a los 18 y debes elegir qué estudiar, uno no tiene idea de qué hacer porque no has existido suficiente en el mundo para saberlo. No tomé las decisiones más informadas, pero al final, el camino se hace al andar. Estuve mucho tiempo en publicidad y luego acabé en Los Ángeles con una beca Fulbright. No me imaginé jamás que acabaría allí, fue un accidente, mientras que para muchos eso era un sueño perseguido. Conocí a Santos, a Roge y Pucho y todo se siente como que ha sucedido a lo largo de mucho tiempo y de manera orgánica. Conociéndome y sabiendo lo que se me da bien, creo que tiene bastante sentido que haya acabado en esto.

Hiciste un documental para National Geographic sobre las persecuciones genocidas de Pol Pot contra monjes budistas. ¿Queda algo de tu formación periodística en videoclips como el de Karol G o de C. Tangana?
Aquel proyecto fue pura investigación periodística, en toda regla, y lo disfruté muchísimo porque implicaba tirar de hilos. Del periodismo siempre he mantenido la curiosidad. En Esta ambición, también hay algo de eso, porque me encanta hacer preguntas. Al ser tres directores desde el principio identificamos el fuerte de cada uno y, en el momento de entrevistar, era con lo que me sentía más cómoda. La entrevista con Patri, la madre de Pucho, por ejemplo, fue muy especial.

¿Qué te llevaste de tus años angelinos?
Estuve produciendo videoclips de reguetón y rap y, de alguna forma, en Los Ángeles me metí en este túnel en el que aprendí muchísimo. Es algo muy rápido, empiezas uno y acabas otros. Son procesos que se siente como un esprint y la curva de aprendizaje es muy grande. Han sido experiencias muy enriquecedoras: verte en Puerto Rico montando un equipo y rodando es una aventura.

Para cambiar las cosas no hace falta estar en una oenegé, se pude crear contenido que llegue a tener un impacto positivo

«Era joven e ingenua y creí que iba a salvar el mundo, pero vi que allí no se hace eso». Así describiste en en el programa La Resistencia tu fugaz paso por la ONU. ¿Todavía aspiras a cambiar y mejorar la sociedad con tu trabajo artístico?
Diría que sí. Cuando me refería a eso es porque tenía la vocación de hacer cosas por el bien social. Tuve una época en la que trabajé en oenegés, y estuve en la Cruz Roja Americana, en la ONU y en un banco de microcréditos en Perú. Todo esto te va volviendo más cínica, escéptica y desconfiada. Te das cuenta de que para cambiar las cosas no hace falta estar en una oenegé, se pude crear contenido que llegue a tener un impacto positivo.

¿Cómo lo haces desde Little Spain?
Siempre me interesarán los contenidos que den voz a quien no la tiene. En el caso de Esta ambición mostramos el sacrificio que hay detrás del éxito, porque se nos vende una imagen falsa de que todo es fama y lujo, cuando hay un trabajo colectivo monumental, mucho esfuerzo y sacrifico. No disfrazaré el documental de un contenido social porque obviamente no lo es, pero hay cosas que sí que pueden inspirar y hay mensajes con los que me identifico. También en la forma de trabajar: he currado mucho de gratis, sin reconocerse las horas extra y me he sentido explotada y en ambientes hostiles para una mujer. Por eso, que todo el mundo cobre y se valore lo que cada uno hace y creemos entornos de trabajo seguros y agradecidos es importante.

La ambición, como motivación para superarse, ¿es el mensaje con el que te identificas?
Nos escribe mucha gente por esto mismo. «El documental me ha resultado reconfortante porque me ha hecho ver que cualquier cosa grande será dramática», me dijo una directora de una película. Mucha gente del sector creativo ha valorado el tormento y el sacrificio que hay que padecer para sacar adelante cualquier cosa. Es algo que ha calado y recibimos muchos mensajes de este tipo, pero también por desmitificar: todo el mundo dice que el concierto de Madrid fue una pasada y en el documental vemos a Pucho bajar del escenario roto porque había salido mal. Con las redes tenemos una imagen superficial e inexacta de las cosas.

Esta ambición desmedida capta un largo proceso creativo de cuatro años, pero más allá de lo evidente, ¿qué crees que habéis registrado? ¿La voz de una generación? ¿Una revolución musical?
Creo que El Madrileño ha tenido una laboral importantísima porque ha recuperado estilos y artistas como Antonio Carmona o Eliades Ochoa. Que una figura como C. Tangana, con la percepción que se tiene de él, salga al escenario con La Húngara o La Tana, creo que muestra su generosidad por meter en un espacio mainstream a artistas que, de otra forma, no hubieran llegado allí. Es un win-win. Ambas partes se han beneficiado y complementado. El valor que tiene a nivel musical es este: que no te den lo que esperas, pero que te den algo de mucho valor que, quizás, te abre una ventada a algo que no estaba en tu radar. En la parte creativa del disco no he estado tan involucrada y no tengo tanto derecho a opinar.

Pucho rechaza la idea convertirse en una isla creativa en la que solo destaque él y apuesta por ser un archipiélago habitado por artistas variopintos. ¿De ese planteamiento surge la propuesta de ser una tríada de directores?
El documental lo inició Santos como director y yo como productora. Se abandonó el proyecto y lo retomé para dirigir otra versión del documental, pero decidimos hacerlo juntos de nuevo volviendo en coche de Elche. Allí se fraguó lo que finalmente ha salido. Nos metimos a fondo los tres y creo que esto es algo que va muy en sintonía con la forma de trabajar en Little, de manera muy colectiva, como un ecosistema creativo, donde los roles no están tan diferenciados y cada uno hace de todo.

Si se diviniza a C. Tangana es más culpa nuestra que suya

El documental, según el sociólogo y músico Hans Laguna, es un «publireportaje», más que un «retrato realista» de Pucho. «Enseñar su lado humano para divinizarse aún más», como hacía Julio Iglesias en la revista Hola, añade. ¿Qué te parece? ¿Antón Álvarez sigue escondido tras la máscara de C. Tangana a pesar de haber mostrado algunas inseguridades personales?
Yo parto de la base de que no se puede hacer un retrato realista. Primero se elige lo que grabas y en el montaje lo manipulas todavía más y le das un significado diferente. Cualquier cosa que hagas estará sesgada, no existe un retrato realista. Sí que te diría que Pucho no ha tenido nada que decir en el montaje, nos ha dado libertad total. Creo que lo ha hecho por salud mental, porque si se metía en esto se hubiera vuelto loco. Si se diviniza es más culpa nuestra que suya. Aun así, me parece interesante este análisis, pero es una elección que hemos hecho nosotros tres y siempre hemos querido mostrar el lado de C. Tangana que no se conoce. Hay un momento en el que le preguntamos sobre la persona y el personaje, que es algo que ha sido muy debatido. No salió en el documental, pero nos argumentó que ya no hay tal diferencia. Vive como el personaje y la línea se ha difuminado. Creo que ya no tiene necesidad de crearse esa máscara o traje ante las cámaras. Al final, ¿quién es más real?

Este 'destape' de Pucho me recuerda a The Young Pope, de Paolo Sorrentino, cuando el personaje de Jude Law dice que para gustar a las masas hay que mantener el misterio. C. Tangana lo había hecho siempre, hasta ahora.
Sé de lo que hablas, de esa sensación de que Dios es querido porque es inalcanzable y no lo puedes conocer. Pucho es celoso de su intimidad, pero no creo que con su faceta más hermética buscara querer ser adorado. Hasta este documental ha querido controlar todo lo que se hacía público de su imagen porque no lo pasa bien hablando de su vida privada, y cada vez menos. La exposición es un precio a pagar.

Tenéis mucho del cine quinqui y la última etapa de Alfredo Landa, pero también veo a Paolo Sorrentino o Wes Anderson. ¿Cuáles son vuestras referencias estéticas y culturales sobre las que construís el imaginario visual de Little Spain?
También hay mucho de Luis García Berlanga, Fernando León, Sofía Coppola o Martin Scorsese, pero muchos otros. Eso por mi parte, que soy muy cinéfila. Santos tiene muchas referencias más populares, como su pueblo, su abuela, cosas con las que ha crecido.

En vuestra web decís: «Mientras que los pijos madrileños solo han conseguido puertas giratorias y monstruos de ladrillo, los catalanes han hecho algo por su cultura que ha acabado trascendiendo la ideología». ¿El Madrileño aspiró a ser un pijo catalán castizo?
Pucho sería el más indicado para hablar de ello, pero sí que hablamos mucho de las diferencias entre pijos catalanes y madrileños. Es un tema que nos gusta, pero es un discurso muy suyo del que no me quiero apropiar. La reflexión viene del contacto con artistas de Catalunya, cuando ves las diferencias entre ambas idiosincrasias, las intelectualidades y las distintas maneras de vivir la burguesía.

Tu exilio profesional y artístico en Los Ángeles, junto a Santos Bacana y Rogelio González, al que luego se uniría temporalmente Pucho, os permitió diseñar una nueva españolidad castiza, pero a la vez depurada de elementos políticos, de derechas, básicamente. ¿Fue premeditado o pura estética comercial?
Cuando vives fuera y lejos cambia tu percepción de donde vienes. Hablamos mucho de ver lo español desde fuera, y cuando estás en Los Ángeles, rodeada de todos los elementos de la cultura americana, de repente, España se vuelve otra cosa. Lo que todos teníamos en común era el haber aprendido a apreciar lo español y los códigos populares de otra forma. Además, ser español en el extranjero se vuelve parte de tu identidad. Aquí igual no se le da tanta importancia, pero fuera lo primero que eres es español. Cuando regresamos veníamos con todo esto muy presente.

Cuando estás en Los Ángeles, rodeada de todos los elementos de la cultura americana, de repente, España se vuelve otra cosa

Con el videoclip Oliveira Dos Cen Anos, por el centenario del Celta de Vigo, rompisteis incluso con esta visión españolista cañí que reivindicáis y mostrasteis una perspectiva plural de España. ¿Es coincidencia?
Si el imaginario de El Madrileño es cosa de Santos, el del vídeo del Celta es de Pucho. Me limité a ejecutarlo y hacerlo posible. Vino con ideas loquísimas de esta investigación que había hecho y me volví loca para plasmarlas en pantalla. He hecho la labor de producción, que siempre abordo desde un ámbito muy creativo para conseguirlo. Es lo más difícil que he hecho hasta la fecha y aprendí mucho.

¿Cómo están la creatividad, el poder y el capital articulados en el cine español? La importancia de la censura económica, fue el título de tu tesis. Desde la Transición se impuso una presión por parte del Estado, que es el que marca qué es o no cultura. Si no se adecua a ese marco, se margina. ¿Haber estado en el extranjero os ha dado más libertad?
Al final, cultura es todo. En ese caso destacaría que hemos empezado a hacer esto sin saber cómo se hace. No nos ha condicionado tanto la estructura que dictamina cómo se supone que se tienen que hacer las cosas y no se nos ha limitado tanto la concepción de lo que es o no cultura. En este sentido, la ignorancia da mucha libertad. Para la tesis estudié mucha teoría de la comunicación y, en muchos momentos de la historia, el contenido de las películas ha sido alterado por la censura política. Cuando pensamos en la creatividad, lo primero que se nos viene a la cabeza es la imaginación o las referencias, pero se tiene poco en cuenta que el dinero y el poder modulan la creatividad. Este tema me parece fascinante.

Ponme un ejemplo gráfico.
Carlos Saura hizo un cine más poético por el hecho de no poder hablar explícitamente de la Guerra Civil. Sus películas te hablan de sensaciones, de algo más visceral. Una vez se pudo tratar, lo haría de otra manera. La propia creatividad se ve moldeada por determinados contextos políticos, como la censura, pero luego, más adelante, también por el dinero. Cuando el cine deja de concebirse únicamente como un bien cultural y se entiende más como un negocio que debe de ser rentable y tener un reclamo de los espectadores, entra en juego la necesidad de hacer productos comerciales, y eso influye mucho. Las fuentes de financiación querrán repetir fórmulas de éxito. Si tienes que hacer una coproducción con Suiza, por ejemplo, tendrás que meter un personaje suizo, lo que altera la narrativa. Me interesaba el concepto de la censura económica: qué vetan y qué permiten o qué alimentan las fuentes de financiación y cómo eso se traduce en lo que vemos en pantalla.

En un momento en el que priman los formatos ‘tiktokers’, apostáis por el cine, una industria de la que ya formáis parte. ¿Cómo ves el futuro de la profesión y cuál es el próximo trabajo que nos regalarás?
A nosotros nos gusta no estar condicionados por las normas de los formatos porque se pueden hacer cosas interesantes y potentes de cualquier manera. Siempre escoraremos hacia producciones cinematográficas en las que nos podamos recrear artísticamente, pero no dejaremos de lado la posibilidad de usar una plataforma como TikTok, por ejemplo. Hay espacio para todo. Además, Plaza surge como división más comercial de Little Spain, que antepone la creatividad a lo comercial. Así podremos abarcar proyectos con una vocación más comercial. Y bueno, te puedo avanzar que tenemos una serie en desarrollo que me hace mucha ilusión porque llevamos tiempo con los guiones y es algo que nunca hemos hecho.