El presidente de la Junta de Andalucía en una imagen de archivo. | Europa Press

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El presidente de la Junta de Andalucía y candidato del PP a la reelección, Juanma Moreno, afronta sus terceras elecciones en la comunidad estrenando el cartel de favorito, una posición con la que se ha hecho tras romper el tabú de un gobierno de derechas por primera vez en la historia democrática de la comunidad. Juanma Moreno (Barcelona, 1970) llega a los comicios andaluces reforzado por el papel institucional en la Junta, donde ha encontrado el perfil con el que mejor encaja, con un discurso que busca construir siempre desde la moderación, alejando la bronca política.

El baluarte del malagueño (llegó de Barcelona a los pocos meses de nacer) es su propia marca personal, más allá de las siglas del PP. Moreno se presenta a las elecciones como «Juanma presidente», con la intención de acaparar el mayor número de votantes y gobernar en solitario, con lo que evitaría tener que depender de Vox. El candidato popular ya ha marcado sus líneas rojas a Vox, en el Estatuto de Autonomía y en no dar pasos atrás en violencia de género o lucha contra el cambio climático, y avisa sobre una repetición electoral si hay peticiones «inasumibles» para formar gobierno.

Moreno, que adelantó los comicios a junio argumentando la necesidad de un presupuesto para luchar contra la crisis económica, llega a las elecciones confiado, sabe que previsiblemente ganará, pero también es consciente de que puede quedar al albur de los pactos posteriores. La gestión de la pandemia ha reforzado su imagen de presidente amable y, a pesar de las duras medidas, ha ganado mucha popularidad, aparece como el mejor valorado por los andaluces y ha conseguido mucho peso en el PP a nivel nacional tras el relevo de Pablo Casado, con el que mantuvo importantes polémicas, por su amigo Alberto Núñez Feijóo.

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El presidente se encuentra ante un escenario electoral desconocido para él, a pesar de que concurrirá por tercera vez. Es la primera vez que va como favorito y, si se cumplen las encuestas, será la primera vez que gane las elecciones en Andalucía. Moreno resurgió la noche electoral del 2 de diciembre de 2018, tras sacar los peores resultados del PP, con Génova preparando ya su relevo, y pasó de estar abocado a dejar el cargo a convertirse en un barón de referencia cuando la suma de PP, Ciudadanos y Vox permitió arrebatar al PSOE el Gobierno andaluz por primera vez en la historia. Pocos confiaban entonces en él hace cuatro años, afrontó una campaña electoral en la que se le daba por amortizado, y únicamente el propio Moreno y su círculo más cercano, el que le acompaña ahora en San Telmo, mantenían viva la esperanza de dar la sorpresa, como así fue.

Durante la legislatura ha sacado adelante un ejecutivo en minoría al que en enero de 2019 pocos daban esperanzas, no ha tenido ningún problema con Ciudadanos y ha sabido contentar a Vox con sucesivos acuerdos, hasta que la maquinaria electoral se puso en marcha por adelantado hace un año y se quedó sin presupuestos para 2022. Los problemas los ha tenido a nivel de partido, donde la lucha de poder con la anterior dirección nacional por el control de las estructuras provinciales supuso importantes polémicas, públicas y soterradas, que le supusieron algunas derrotas dolorosas, como ocurrió en el congreso del PP de Sevilla. Un año después de lo ocurrido en esos procesos, Moreno se convirtió en el principal apoyo de Feijóo para desbancar a Casado tras la polémica con Isabel Díaz Ayuso.

El presidente andaluz está ahora en el puente de mando del PP nacional, donde ha situado a dos de sus consejeros en el Ejecutivo autonómico, Elías Bendodo y Juan Bravo. Moreno, que está casado y tiene tres hijos, familia con la que vive en Sevilla desde que lidera el PP-A, es aficionado a la música y al deporte, y quizás por eso sabe que la fiesta no acaba hasta que suena la última canción y que las carreras de fondo son largas. En su entorno hay quien dice que es un hombre con suerte, pero muchos destacan sus virtudes como analista político. En 2014 llegó al PP por elección de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría para concurrir a unas elecciones perdidas de antemano y cuatro años después, perdió otros 300.000 votos, pero la aritmética parlamentaria le hizo presidente. Cuatro años después, la música sigue sonando y es el favorito para ganar ampliamente, casi duplicando sus escaños.