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Cataluña votó. Ganó Salvador Illa, que obtuvo más votos que nadie, pero la Generalitat seguirá bajo mando independentista, que suma mayoría. Los comicios también destaparon la pujanza de VOX, que logró capitalizar el voto de la derecha no separatista e irrumpirá con fuerza en el parlamento catalán. Su crecimiento, sin duda, se alimenta del hundimiento de Ciudadanos y el empequeñecimiento del Partido Popular. Fue un sorpasso en toda regla.

La pandemia marcó a fuego el 14-F, que registró una baja participación y acabó trazando dos mayorías. Una independentista, que estaría integrada por ERC, Junts y la CUP, con escaños más que suficientes para formar gobierno. Y otra de izquierdas, utópica para formar gobierno, tejida por PSC, ERC y Comunes, que sumarían más de setenta diputados.

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Esquerra Republicana y Junts se disputaron durante casi todo el recuento el liderazgo del independentismo, aunque el otro gran foco de atención de la jornada estuvo en el fabuloso botín de VOX, que se abrió las puertas de la Generalitat con 11 diputados. La formación de Abascal se ha convertido en la cuarta fuerza del Parlament y en la gran líder de la derecha no independentista en la Cámara catalana.

Con el PP en plena travesía por el desierto y anclado en unos números muy pobres, el gran perdedor de las elecciones catalanas fue Ciudadanos. Su vertiginosa caída admite pocas comparaciones. El partido de Inés Arrimadas continúa purgando la gestión de Rivera, pero también es evidente que sigue sin encontrar su espacio.