El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ayer, junto al expresidente de Catalunya, Artur Mas. | Andreu Dalmau

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Al tercer día de congreso fundacional, y tras intensos debates no exentos de tensión, la nueva Convergència ha alumbrado las siglas en las que ha decidido reinventarse: Partit Demòcrata Català, una formación que nace con el objetivo de la independencia en el centro de su agenda política.

Tras el fiasco del inicio del congreso, el pasado viernes, ante la rebelión de las bases contra los dos nombres propuestos por la dirección, ayer el ambiente de la clausura fue más festivo, con repetidos gritos de «independencia» dentro de la sala de Centro de Convenciones Internacional de Barcelona. En la madrugada del sábado, los congresistas enmendaron la ponencia ideológica para subrayar que el nuevo partido no es simplemente «soberanista», sino que se define como «demócrata, catalanista, independentista, europeísta y humanista».

El punto álgido de este domingo se vivió al anunciar el nombre ganador para la nueva formación, Partit Demòcrata Català, que se impuso en segunda vuelta, por 871 votos, frente a los 657 partidarios de Partit Nacional Català, después de que en una anterior votación quedara descartada la tercera alternativa, Junts per Catalunya.

La nueva denominación generará posiblemente conflictos con otra fuerza independentista, Demòcrates de Catalunya, creada por los escindidos de Unió y coaligada con CDC y ERC en el Parlament, que ya advirtió de que se plantearía recurrir a los tribunales y que hoy confirmará si lleva a la práctica su amenaza.

La anécdota fue ver al expresidente catalán Artur Mas y a su sucesor, Carles Puigdemont, dentro de la sesión plenaria alzando la cartulina verde a favor de Partit Nacional Català, que fue la opción perdedora. La consellera Neus Munté, que en la primera vuelta votó Junts per Catalunya y en la segunda se decantó por Partit Demòcrata, expresó su satisfacción por que se haya creado una estructura «flexible y dinámica» en la cúpula.