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El político democristiano Joaquín Ruiz-Giménez, primer defensor del Pueblo de España en la democracia y después representante de nuestro país de Unicef durante trece años, falleció ayer a los 96 años de edad, según confirmaron fuentes de la institución. Precisamente, desde la organización han destacado su «lucha por la defensa de los Derechos Humanos y de los más desfavorecidos».

Ruiz-Giménez estuvo cinco años al frente de este organismo, desde diciembre de 1982 hasta diciembre de 1987, y le tocó iniciar el desarrollo de una institución prevista en la Constitución e impulsada con el primer Gobierno socialista de Felipe González.

Fue presidente de la Organización Internacional de Estudiantes Pax Romana (1939-1946), embajador en El Vaticano (1948-1951) y ministro de Educación Nacional (1951-1956). Asimismo, el ex defensor fue nombrado por Juan XXIII experto en cuestiones sociales, jurídicas y políticas y participó en los trabajos de las Comisiones del Concilio Vaticano II. Posteriormente, Pablo VI le nombró miembro del Consilium de Laicis de la Santa Sede (1967-1972) y estuvo al frente de la Comisión Nacional Española de Justicia y Paz (1971-1975).

Tras fundar y presidir del consejo de redacción de la revista Cuadernos para el Diálogo (1963-1977), Ruiz-Giménez trató de asentar en España una opción democristiana en las primeras elecciones de junio de 1977, pero no llegó a ser elegido diputado, por lo que abandonó la política. Después de su paso por el Defensor del Pueblo, fue designado presidente del Comité Español de Unicef (1988-2001).

Ruiz-Giménez es autor de los libros La concepción institucional del Derecho (1944), Introducción a la Filosofía Jurídica (1958), La propiedad (1961), Del ser de España (1962) y El Concilio y los derechos del hombre (1968).

Tras conocerse la noticia, la presidenta de Unicef en España, Consuelo Crespo, manifestó su «profundo dolor» por el fallecimiento de Ruiz-Giménez, del que destacó su «lucha por la defensa de los Derechos Humanos y de los más desfavorecidos».

Crespo indicó que este político democristiano, que de forma voluntaria dirigió esta organización al servicio de la infancia a lo largo de tres legislaturas, introdujo en España «la conciencia de que el mundo en desarrollo nunca llegaría a alcanzar sus objetivos de bienestar, dignidad y justicia si desde los países ricos no se cambiaban actitudes y la visión del mundo».

En este sentido, subrayó el «empeño», durante años, de Ruiz-Giménez por la constitución de un tribunal penal internacional de carácter permanente encargado de perseguir y condenar los más graves crímenes, cometidos por individuos, en contra del Derecho Internacional.

«Estaba convencido de que había problemas globales que no se podían resolver desde un solo país, sino que era necesaria una política y autoridad global para condenar asuntos como la explotación sexual de los niños o su utilización en conflictos armados. Son problemas que tienen muchos países y que hay que gestionar de forma global», indicó.