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Las muestras de apoyo, respeto y cariño hacia el cooperante español fallecido el viernes, Vicente Ferrer, no han cesado desde hacerse pública la noticia de su defunción.

Precisamente en recuerdo del cooperante, el Ministerio de Asuntos Exteriores anunció ayer la creación del Premio Vicente Ferrer a la Cooperación, que se otorgará para reconocer la labor humanitaria de personas e instituciones. Mientras tanto, más de 100.000 personas han pasado por el campus principal de la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur (India) para visitar la capilla ardiente del cooperante y darle el último adiós.

Más de 50 años dedicados a mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos le han valido a Vicente Ferrer que miles de personas lloren su muerte y quieran reconocer, de alguna forma, la magnífica labor que ha desarrollado a lo largo de su vida con tanto ahínco.

Es por eso que el Ministerio de Asuntos Exteriores ha decidido crear el Premio Vicente Ferrer a la Cooperación, que constituirá un reconocimiento a la labor humanitaria de personas e instituciones.

Este premio se origina en memoria de un hombre que ha dedicado más de la mitad de su vida a trabajar en las zonas más pobres de la India, donde creó una fundación que bautizó con su nombre, y que en España cuenta con más de 155.000 colaboradores.

Desde el Ministerio de Exteriores han explicado que el galardón servirá para reconocer a las personas e instituciones que se hayan distinguido «de manera significativa» por su labor de cooperación o su trabajo en áreas humanitarias y será entregado cada 8 de septiembre, Día del Cooperante.

La capilla ardiente de Vicente Ferrer está instalada en el campus principal de la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur (India), y hasta allí se han desplazado más de 100.000 personas para poder despedirse del cooperante. A través de dos colas, una para hombres y otra para mujeres, los visitantes desfilan por el velatorio para rendir homenaje a un hombre que dedicó más de 50 años de su vida a ayudar a los demás.