El presunto ideólogo del 11-M, Rabei Osman El Sayed, «Mohamed El Egipcio». Foto: EFE

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El presunto ideólogo del 11-M Rabei Osman El Sayed, «Mohamed El Egipcio», aseguró ayer que no reconoce su voz en las conversaciones intervenidas por la Policía italiana en las que supuestamente se atribuye la autoría de los atentados y añadió que las traducciones de éstas son defectuosas en un 80 por ciento. No obstante, en esta sexta jornada de juicio, admitió haber comentado las noticias que vio en televisión sobre los atentados con un amigo afincado en Bélgica, Mourad Chabarou, pero alegó que eso no implica que participara en la masacre, que volvió a condenar «rotundamente».

En unas de esas conversaciones que le incriminan directamente en los atentados y que fueron grabadas en su domicilio en Milán, donde fue detenido en 7 junio de 2004, el presunto terrorista supuestamente aseguraba a un amigo suyo que el 11-M «fue todo idea mía, me costó mucha paciencia y mucho estudio», reconocía que el atentado fue un «proyecto» suyo que «me llevó dos años y medio» y «los que murieron son mártires y mis queridísimos hermanos». En este sentido, aseguró que para él fue un shock ver las imágenes de «sus amigos de Madrid», calificativo que empleó en la conversación con Mourad, como con Serhane Ben Abdelmajid, «El Tunecino», muerto en Leganés, o Fouad El Morabit, acusado que se enfrenta a una petición de doce años de cárcel, y que «El Egipcio», según dijo, llegó a creer que también había fallecido en Leganés cuando vio su fotografía en la televisión.

Condena que ayer pudo retomar después de que el primer día de juicio, el 15 de febrero, quedara interrumpida su declaración, la primera que se pudo escuchar en la sala, para permitirle oír con su abogado, Endika Zulueta, las grabaciones en la que se basa la acusación contra él. «Soy un ser humano normal y no tengo nada que ver con ese atentado terrorista», insistió «El Egipcio», para quien la fiscal pide 38.656 años de cárcel y que, al indicar que las conversaciones con su amigo Chabarou se habían malinterpretado, puso como ejemplo lo que le ocurrió al Papa Benedicto XVI al hablar sobre el Islam y recordó que tras pedir disculpas todo se olvidó y no pasó nada, porque se entendió que se habían malinterpretado sus palabras.