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El terrorismo de ETA ha sido uno de los elementos más desestabilizadores en la historia de España desde finales de la década de 1960, cuando comenzó a utilizar la violencia como medio para conseguir la independencia de Euskadi, un «objetivo» que ha costado la vida a casi novecientas personas. Desde 1968, ETA ha asesinado a 851 personas, 99 de ellas en 1980, el año más sangriento de la organización terrorista, que considera territorio de Euskadi al País Vasco y Navarra, en España, y a las provincias de Baja Navarra, Lapurdi y Suberoa, en Francia.

En 1973, ETA actuó por primera vez en Madrid y cometió el atentado más espectacular de toda su historia: el 20 de diciembre asesinó al presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco. ETA tenía su cuartel general en el sur de Francia, desde donde cobraba para financiarse el llamado «impuesto revolucionario», dentro de lo que se denominó en España como «el santuario francés».

En sus inicios, se definió como organización socialista revolucionaria de liberación nacional, pero en la banda fue prevaleciendo el componente nacionalista e independentista y su uso sistemático de la violencia. El 7 de junio de 1968, se cobró su primera víctima mortal, la del guardia civil José Pardines, quien fue asesinado por Txabi Echebarrieta, que horas después murió en un enfrentamiento con la Benemérita cerca de Tolosa (Guipúzcoa).