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Los atentados del 11 de marzo, la violencia doméstica y la Constitución europea coparon el grueso de los discursos del fiscal del Estado y del presidente del Tribunal Supremo en el solemne acto de apertura del año judicial presidido ayer por el Rey. La sede del Tribunal Supremo acogió ayer el tradicional acto de apertura de los tribunales, al que acudieron una amplia representación del mundo de la política y de la justicia.

El fiscal general afirmó que la «terrible amenaza» del terrorismo islamista, obligará «a mejorar nuestros mecanismos internos de defensa y a reforzar la cooperación supranacional», y advirtió de que «las lecciones que estamos aprendiendo de la investigación judicial y parlamentaria -sobre el 11-M- deben servir para conseguir que este horror no pueda repetirse jamás».

El acto comenzó con la intervención del fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, quien garantizó que el Ministerio Público que dirige «no escatimará esfuerzos» para que en el plazo más breve sean juzgados y condenados los autores del 11-M, «reparando en lo humanamente posible los perjuicios sufridos por las víctimas».

Conde-Pumpido, que también presentó la Memoria de la Fiscalía de 2003, centró su discurso en la necesidad de reforzar los mecanismos de actuación contra el terrorismo, la criminalidad organizada, la violencia doméstica y la inseguridad laboral.

Se refirió al problema de la violencia doméstica, que, dijo, «hay que erradicar de nuestra sociedad», y valoró la implantación de la orden de protección a las víctimas y la creación de la figura del fiscal delegado.

Estimó que el aumento en un 21,7% en el número de procedimientos penales abiertos por este motivo durante 2003 es consecuencia de la actuación de los poderes públicos, que ha permitido que las víctimas estén perdiendo «el miedo a denunciar».