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La cúpula de CiU compareció ayer en bloque con Jordi Pujol al frente para asumir unos resultados electorales que «no son buenos» para la federación nacionalista -no en vano han perdido casi 12 puntos respecto ala convocatoria europea de 1999- y lanzar un mensaje de «optimismo» y «confianza» a la militancia de cara al próximo ciclo electoral que comenzaría, si no hay convocatorias excepcionales, en 2007.

No obstante, aseguró que en CiU «no hay satisfacción» por los resultados de ERC, que quedan muy lejos de los votos logrados por los republicanos en las últimas contiendas electorales. También quiso dejar claro que aunque el PP ha superado «por unas décimas» a CiU en estos comicios, CiU continúa siendo «la primera fuerza en el Parlament de Catalunya y en representación municipal, y, pese a la bipolarización de las generales, es la primera fuerza catalana en el Congreso».

El secretario general de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, fue el primero en admitir la caída electoral, aunque manifestó las «ganas y clara consciencia de que en el próximo ciclo electoral son remontables». Para Duran, las municipales de 2007 serán «un indicio clarísimo de que CiU es la fuerza nacionalista hegemónica» frente a ERC.

También Mas reconoció que los resultados no son «lo suficientemente satisfactorios» pero advirtió que «nadie saque conclusiones precipitadas ni erróneas». Mas recordó que el electorado tiene «comportamientos diferentes» según la convocatoria electoral y por ello lanzó un mensaje de «confianza y optimismo» por las «claras posibilidades de victoria» en el próximo ciclo electoral.

Pujol atribuyó parte de los problemas electorales de CiU en estas europeas a la «españolización» de la campaña y a la «táctica de la venganza» fijada por PP y PSOE. Asimismo, destacó que el electorado tradicional de CiU ha sido del más abstencionista en esta convocatoria.