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El presidente de Telefónica, César Alierta, ha sumido todas las funciones ejecutivas en la compañía, lo que supone la desaparición de la figura del consejero delegado. Así, Fernando Abril-Martorell abandona este cargo, pero se quedará en el grupo de telecomunicaciones como asesor del presidente. La compañía justifica la concentración del poder en manos del presidente por la decisión de simplificar su estructura organizativa a causa de la reducción y reestructuración de los activos y negocios del grupo, plasmada desde el verano pasado en la desinversión en las actividades consideradas no estratégicas, como los medios de comunicación.

Según el comunicado emitido por la empresa, Abril-Martorell abandonará sus funciones ejecutivas a partir del 1 de octubre, dentro del nuevo modelo de organización aprobado ayer por el consejo de administración «para adaptarse a una nueva realidad que reduce los ámbitos de gestión». Esta nueva realidad, plasmada en el nuevo organigrama de la compañía, supone que no es necesario mantener los cargos de presidente ejecutivo y consejero delegado.

La remodelación de la estructura organizativa de Telefónica implica la simplificación de las líneas de actividad mediante la incorporación del negocio de empresas (Telefónica Data) a los negocios de telefonía fija en España y en Latinoamérica y la desaparición de Admira. Además, se concentra la estructura corporativa, haciendo depender el área de planificación y control de gestión de la de estrategia y la de recursos humanos de la de finanzas corporativas.

La dirección de Telefónica queda con Alierta como presidente y primer ejecutivo, al que reportarán Francisco de Borgia, director adjunto al presidente; Antonio Alonso Ureba, secretario general; Calixto Ríos, director general de auditoría externa; Luis Abril, director general de medios y márketing; Oscar Maraver, director de recursos humanos; Joaquín Agut, primer ejecutivo de Terra Lycos, y Belén Amatriaín, presidente de TPI.