Otegi (izquierda) dice no tener «ninguna esperanza» de que SA pueda seguir trabajando como grupo.

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El Supremo acordó ayer la disolución del grupo Sozialista Abertzaleak (SA) al estimar que «no es sino un artificio más encaminado a obstaculizar los efectos de la ilegalización de Batasuna» y requirió al Parlamento Vasco que «sin demora» la lleve a afecto.

Para el Supremo, no existen dudas de la «intensa vinculación» entre los partidos y los grupos, por lo que estima que tras la declaración de ilegalidad y disolución del primero «conlleve también la disolución del grupo parlamentario y el cese de sus actividades», ello sin perjuicio «del mantenimiento de la condición de parlamentarios de sus miembros y de su posible integración en el Grupo Mixto».

La Sala Especial del Supremo adopta este acuerdo una vez comprobada la «idéntica composición personal» de Batasuna y Araba, Bizkaia eta Guipuzkoako Sozialista Abertzaleak (ABGSA), como formalmente se denomina a SA, en un auto en el que también explica que la disolución de un grupo no puede comportar «afrenta de ninguna clase» a la dignidad democrática e institucional de la Cámara vasca.

El Supremo rechaza «en todos sus términos» el escrito presentado por la defensa de Batasuna en el que se oponía al auto de 24 de abril en el que se acordó la ejecución de la sentencia y se alegaba injerencia en el derecho a participación política y la diferenciación conceptual entre partidos y grupos parlamentarios.

Explica que la Sala tiene competencias, «e incluso está obligada legalmente» en este caso, para acordar por sí la disolución de un grupo «sin mengua con ello del principio de división de poderes», y «sin que esta Sala halle razón alguna por la cual el cumplimiento de la ley» pueda suponer «afrenta de ninguna clase» a la dignidad democrática e institucional del parlamento vasco, tal y como alegó en su oficio la Cámara.

Tampoco comparte que «la indiscutible autonomía organizativa de la Cámara pueda suponer valladar de clase alguna al ordenamiento jurídico, es decir, al Estado de Derecho».

En este sentido, el Supremo señala que los ciudadanos y los Poderes Públicos se encuentran sometidos a la Constitución, que obliga a cumplir las sentencias, así como a prestar la colaboración requerida por los jueces en el curso de un proceso y en la ejecución de lo resuelto.