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El Gobierno y el PSOE restaron ayer importancia y valor al resultado del referéndum celebrado el jueves en Gibraltar y destacaron que lo esencial es que España y el Reino Unido mantengan las conversaciones sobre el futuro del Peñón. En la consulta, el 98'97 por ciento de los gibraltareños que participaron en ella votaron en contra de la posibilidad de que Madrid y Londres compartan la soberanía de la Roca. La ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, aseguró ayer que el referéndum es «una consulta virtual que no resuelve los problemas» y que «no se sostiene».

Palacio recordó que la consulta «no tiene ningún efecto de tipo jurídico y contraviene todas y cada una de las resoluciones de Naciones Unidas» y dijo que «no resuelve los problemas de Gibraltar, ni de los residentes en Gibraltar, ni en el Campo y, en general, de los ciudadanos de la UE». La ministra señaló que seguirán las conversaciones con el Gobierno británico para intentar «buscar una solución que resuelva el contencioso histórico y que tenga en cuenta los intereses de los residentes».

También el vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy, hizo hincapié en que «no hay que darle mayor importancia» a este referéndum, ya que lo que hay que hacer es «seguir trabajando con determinación» en lo «verdaderamente importante», las conversaciones que se mantienen con el Reino Unido sobre Gibraltar. Tras recordar que «han cambiado mucho las cosas en los últimos tiempos» en relación con este asunto y estar en una situación «mejor que nunca», defendió una «cierta reserva» para las conversaciones que se mantienen con Londres.

El portavoz socialista en el Congreso, Jesús Caldera, restó igualmente importancia al resultado del referéndum, que calificó de consulta «ficticia» e «inútil», y se mostró partidario de continuar las conversaciones con el Gobierno británico. Caldera consideró que «la responsabilidad queda ahora del lado» del primer ministro británico, Tony Blair», y tras afirmar que el resultado es «lógico», señaló que el referéndum tenía como único objetivo entorpecer las negociaciones y no resolver los verdaderos problemas de los gibraltareños.