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El presidente del Gobierno, José María Aznar, se comprometió ayer ante Jordi Pujol a apoyar una Catalunya moderna como clave para el futuro del país y escuchó al presidente de la Generalitat expresar la «inquietud» de la sociedad catalana por la vertebración territorial, política y económica de España. Aznar inició una estancia de dos días en Barcelona con una jornada en la que estuvo acompañado en gran parte por Pujol y que permitió ver gestos distendidos entre ambos, como el trayecto que compartieron en el coche oficial del presidente del Gobierno entre dos actos a los que ambos acudieron.

El primer acto de la agenda del jefe del Ejecutivo ya sirvió para captar la imagen de ambos presidiendo, junto con el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas; el de Ciencia y Tecnología, Josep Piqué; y el alcalde de Barcelona, Joan Clos, la colocación de la primera piedra de la depuradora del Besós. Los prolegómenos del discurso Aznar ofreció a Pujol una pequeña bandera de España para introducirla en el cilindro que se enterró poco después como símbolo de inicio de las obras. Por su parte, Aznar introdujo en ese mismo cilindro la enseña catalana.

Aznar aseguró que «Catalunya no es periferia» y subrayó el compromiso de su Gobierno con las obras que se realizan actualmente en Catalunya, que cree que contribuirán a que esta Comunidad Autónoma «siga teniendo una posición central en la España del futuro». Por su parte, Jordi Pujol reconoció las crecientes inversiones en Catalunya por parte de la Administración central, pero dijo que, pese a ello, hay que preguntarse por qué en la sociedad catalana hay una «creciente inquietud por la forma como se concibe lo que se ha dado en llamar la vertebración de España, no sólo política, sino también económica».