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AGENCIAS-VITORIA El comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Alvaro Gil Robles, finalizó ayer su viaje a Euskadi con las visitas al lehendakari, Juan José Ibarretxe, a sus consejeros de Interior, Javier Balza, de Justicia, Sabin Intxaurraga, y de Educación, Sabin Oliveri, así como al presidente del Parlamento vasco, Juan María Atutxa. Según señaló el consejero Sabin Intxaurraga en declaraciones posteriores a la reunión, aprovechó el encuentro para «denunciar» ante el comisario europeo la política de dispersión de los presos de ETA.

En este sentido, aseguró Intxaurraga que Gil Robles, «como no podía ser de otra manera, comparte esa opinión y ese criterio», ya que, «internacionalmente, todo tipo de organizaciones e instituciones señalan que las condenas tienen que ser cumplidas en cárceles cercanas al entorno familiar de los presos». Gil Robles aseguró tras estas reuniones que la situación en la que viven los ciudadanos vascos es «atroz». Sin embargo, precisó que el viaje no tenía como objetivo proponerle como mediador en el conflicto vasco, ni siquiera como impulsor del diálogo.

Gil Robles inició el martes su visita a Euskadi para comprobar el grado de cumplimiento de los derechos humanos que se produce en la comunidad, y el resultado, a su juicio, no ha podido ser más desalentador. Así, aseguró que ha visto «cosas tremendas, he visto que la gente lo está pasando muy mal», y no sólo las víctimas del terrorismo, algo que por sí mismo ya es «atroz, inexplicable, inadmisible e intolerable».

La principal conclusión de su viaje es que ha constatado el «problema real de Euskadi»: que una parte de la sociedad observa que sus libertades esenciales para sentirse ciudadanos «se quieren constreñir, limitar y atacar», algo que «hay que defender, porque la democracia es ser libre para expresarse en libertad y aceptar un modelo u otro sin arriesgar nada fundamental como la vida o la tranquilidad personal»