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El presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo, Javier Delgado, introdujo un nuevo argumento en el debate sobre el endurecimiento de penas para terroristas, al mostrarse a favor de aplicar medidas de seguridad posteriores al cumplimiento de la condena, como libertad vigilada o privación de esa libertad, para etarras sobre los que esté acreditado que no están arrepentidos ni reinsertados.

Delgado Barrio cree necesario que se produzcan una serie de reformas legislativas, pero no constitucionales, ya que la Carta Magna «prevé expresamente» la aplicación de esas medidas de seguridad, siempre con el fin, al igual que la pena, de la reinserción social. Sin embargo, el presidente del CGPJ no es partidario de la aplicación de la cadena perpetua, ya que considera suficientes los 30 años que como límite máximo marca la Ley.

Delgado reiteró que el Código Penal vigente «garantiza» el cumplimiento de esos 30 años, sin beneficios penitenciarios ni concesión del tercer grado para terroristas no arrepentidos.

Si pasados los 30 años de pena el terrorista no se muestra arrepentido, sino que además sigue siendo «peligroso», es cuando el presidente del Tribunal Supremo cree que hay «sobradas razones» para pensar que volverá a cometer un delito. Por ello, se mostró partidario de la aplicación de «medidas de seguridad» que pasarían por la libertad vigilada o, incluso, «si fuera necesario», la privación de libertad.