En el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, centro de seguimiento de la jornada electoral, se ultiman los preparativos.

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Las elecciones generales que se celebran mañana han estado precedidas de una campaña que se ha destacado por ser una de las más aburridas, más sosas y menos crispadas de la democracia. Hoy, jornada de reflexión, los líderes políticos descansan tras dos intensas semanas en las que han recorrido el país de mitin en mitin, de promesa en promesa, para captar el voto de los ciudadanos.

Finalizada la carrera hacia La Moncloa, habrá que esperar a mañana para conocer al ganador. Mientras, es el momento de hacer balance de estos quince días en los que ETA ha tenido una actuación destacada. El asesinato del socialista Fernando Buesa y su escolta, a 48 horas del inicio de la campaña, fue el pistoletazo de salida. Llegados al ecuador, la organización terrorista volvía a las andadas, aunque por fortuna fracasó y sólo hubo que lamentar heridos.

Otras cuestiones destacadas durante la campaña fueron las críticas vertidas por el presidente de la CEOE, José María Cuevas, al programa del PSOE, la liberación de Pinochet, así como la ausencia de debates entre Almunia y Aznar.

En estas dos semanas, el líder del PP, José María Aznar, respondió a las críticas del PSOE con diferentes propuestas "bajada de impuestos, la subida de las pensiones mínimas y la supresión de la 'mili' para el año 2001".

Amparado en la gestión del PP en éstos cuatro años, Aznar apostó por contrastar la credibilidad que atribuye a sus anuncios con los realizados por Almunia. La estrategia se basó en mantener un ritmo semanal de propuestas, y confrontar estos proyectos con los de Almunia, frecuentemente criticado al recordar su gestión al frente de Trabajo. Una mirada «limpia» "la de Joaquín Almunia" y una redistribución más justa de la riqueza. O, lo que es lo mismo, confianza en el candidato y justicia social, escenificado con contínuas alusiones a Telefónica y las 'stocks options'. Estos han sido los argumentos esgrimidos por el PSOE para ganar unas elecciones contra las encuestas y alcanzar una mayoría que permita acabar con lo que los socialistas denominan «el paréntesis gris» del PP.