Las polémicas declaraciones de Felipe González han marcado los últimos días de la campaña electoral.

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El portavoz del Gobierno, Josep Piqué, reconoció ayer, tras la reunión del Consejo de Ministros, que los resultados de las elecciones de mañana tendrán su lectura política de cara a los comicios generales que se celebrarán, previsiblemente, la primavera del año que viene. Además, realizó una valoración de la campaña electoral y relativizó los «excesos verbales» que se producen durante los quince días al considerar que se repiten en todos los períodos previos a las elecciones.

Piqué señaló que está convencido de que el domingo «será inevitable» una lectura política en la que se valoren los gobiernos con los datos encima de la mesa, y en la que se observe cual es la posición del electorado tras los tres años de Gobierno del PP.

Asimismo, señaló que en los últimos días de campaña se ha producido una «escalada» que responde a «una voluntad» concreta y restó importancia a las confrontaciones verbales. En este sentido, socialistas y populares dedicaron el día de ayer a hacer balance de la campaña electoral. Así, tanto el secretario general del PP, Javier Arenas, como su homólogo socialista, Joaquín Almunia, coincidieron al asegurar que la campaña ha venido marcada por la «crispación», palabra utilizada por ambos dirigentes. En lo que no estuvieron de acuerdo fue en quien había introducido dicha crispación, ya que según los socialistas fue el PP, y según los populares fueron los socialistas los culpables de provocarla.

Arenas calificó la campaña desarrollada por el PSOE de «antigua y desesperada», así como de «bastante disociada del sentir de la sociedad española», al haber recurrido a los insultos, las provocaciones y a las descalificaciones». Por contra, indicó que el PP ha optado por una fórmula «constructiva», intentando no provocar «crispaciones», aunque reconoció que, a veces ha tenido que contestar a los «insultos, provocaciones y descalificaciones del PSOE».