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El candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, José Borrell, dio ayer por agotado, ante el silencio del Ejecutivo, el tiempo de consenso y de espera de respuestas del Gobierno a las proposiciones de acuerdo de los socialistas, anunciando la llegada de una nueva oposición «más dura y exigente». El candidato reiteró que ahora los socialistas, con la vista puesta en las elecciones generales del 2000, comienzan una nueva etapa de trabajo y de propuestas sin espera de consenso, menos en temas de terrorismo, ya que no quieren «un solo voto» que signifique un retroceso en el camino de la paz.

Borrell comenzó su intervención desde la ironía explicando que no tiene pensado, a diferencia de «la mayoría», ir a Baqueira Beret, «la corte de invierno». El candidato destacó dos hechos importantes ocurridos en este año que hoy finaliza: la entrada en el Euro y la tregua decretada por ETA.

Tras estos dos puntos, Borrell dió por finalizado el lado positivo del año transcurrido y no dudó en arremeter contra la mayor parte de la gestión del Gobierno, tanto en sus hechos como en sus actitudes o formas. Así, acusó al Ejecutivo que preside Aznar de ser autoritario y contrario a las libertades, de potenciar la desigualdad y la exclusión social, favoreciendo sólo a las rentas de capital y «sobre todo a sus amigos». Así, acusó al Gobierno de bajar los impuestos sólo a las rentas de capital; de «amenazar» a la Sanidad Pública; de poner en marcha un sistema de protección social «menos sólido»; de deteriorar el Estado de Bienestar; y de continuar con la «precariedad» en el marcado laboral. Ante todo ello, Borrell anunció que el PSOE ha iniciado una batería de recursos ante el Tribunal Constitucional contra diversas cuestiones aprobadas por el Gobierno en 1998. En total, el primer partido de la oposición interprondrá un total de cuatro recursos de inconstitucionalidad.